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La vida de Rubén cambió dos veces. La primera cuando un accidente le dejó en una silla de ruedas. La segunda, cuando hace tres meses una compañía aérea destrozó su silla eléctrica, su único recurso contra la inmovilidad.

La silla tiene un coste próximo a los 5.000 euros. Tunisair solo se compromete a abonar unos 1.000, la cantidad máxima prevista para el extravío de una maleta.

Desde el 4 de marzo, la vida de Ruben está condicionada por una silla de alquiler que paga por días.

Al problema actual se suma una situación laboral y económica difícil.

A pesar de todo, Rubén mantiene una voluntad y el estado de ánimo a prueba de accidentes. Escribe, locuta y ha publicado un libro. La discapacidad nunca se ha instalado en su vida.