Vídeo: EFE | Foto:Telemadrid
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El primer rezo musulmán comunitario de Santa Sofía en casi un siglo, inaugurado este viernes por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se tornó un acto multitudinario de reivindicación nacional y religiosa.

Desde la noche del jueves, la policía había cerrado al tráfico gran parte de la península histórica donde se encuentra la antigua basílica, incluido el tranvía que habitualmente pasa por allí, y numerosas vallas rodeaban las plazas, avenidas y jardines entre Santa Sofía y la vecina Mezquita Azul, reservadas para el rezo. Sin embargo, desde temprano afluían muchedumbres a la zona, entre ellos personas de toda Turquía que habían llegado con autobuses fletados por organizaciones islámicas.

Erdogan aseguró ante las cámaras que "según cifras oficiales, 350.000 personas participaron en la oración", aunque los espacios acordonados, incluso añadiendo varias avenidas cercanas, no alcanzan los cien mil metros cuadrados.

Los fieles respetaban en gran medida la distancia prescrita de un metro a la hora del rezo, así como el uso de la mascarilla, aunque las densas aglomeraciones ante los puntos de entrada hacían parecer dudosa la efectividad de las medidas.

Erdogan leyó la fatiha, la primera sura del Corán, antes de ceder el protagonismo a Ali Erbas, jefe de la Diyanet, el organismo público gestor de mezquitas, quien pronunció la prédica y dirigió la oración.

Aunque el Gobierno había emitido invitaciones a dirigentes de la oposición, ninguno se personó en el rito y un alto cargo del partido socialdemócrata CHP, Muharrem Ince, rival de Erdogan en las presidenciales de 2018, prefirió orar en una de las plazas ante el edificio.

El acto tampoco contó con la presencia de otros jefes de Estado, aunque se había especulado antes con la participación de los máximos cargos de Catar y Azerbaiyán, y tampoco fue a rezar el primer ministro libio, Fayez al Serraj, que se halla hoy en Estambul.

Si bien la Iglesia ortodoxa, tanto la griega como la rusa, han criticado la reconversión de Santa Sofía en mezquita, aludiendo a su origen cristiano bizantino, para la oposición turca, el gesto es más bien un desafío contra el orden laico de la República creada en 1923.

Construido en el siglo VI, la basílica fue convertida en mezquita tras la toma de Constantinopla por el sultán otomano Mehmet el Conquistador en 1453, pero el fundador de la República, Mustafa Kemal Atatürk, impulsó la secularización del edificio en 1934, que pasó a funcionar como museo.

Hace dos semanas, un juicio del máximo tribunal administrativo turco revirtió esa decisión y el mismo día, Erdogan firmó un decreto para traspasar la titularidad nuevamente a la Diyanet.

Erdogan aprueba la reconversión de Santa Sofía de Estambul en mezquita

"Era una mezquita y se ha vuelto a convertir en mezquita. A partir de ahora, si Dios quiere, será mezquita para toda la eternidad y servirá a los fieles", dijo Erdogan hoy en el templo.

"Pero además de esto, al ser un patrimonio cultural de toda la humanidad es un lugar al que pueden venir y por el que pueden pasear personas de cualquier fe", añadió el jefe de Estado.

Dado que el islam no permite imágenes en los templos, las autoridades turcas han instalado un sistema de cortinas móviles sobre raíles para ocultar los mosaicos y frescos durante el tiempo que dure el rezo. En cuanto termina se retiran las telas para que los visitantes pueden apreciar la belleza artística de las imágenes, incluidas la de la Virgen y los serafines.

Además, a partir de ahora, el acceso al recinto será gratuito, al igual que ocurre con las demás mezquitas históricas de Turquía. Eso sí, habrá que ajustar las visitas a los huecos entre las cinco oraciones diarias, y, presumiblemente, las mujeres deberán cubrirse cabello, hombros, piernas y brazos, al igual que ya sucede en la vecina Mezquita Azul.