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Eran las nueve menos cuarto de la mañana en Nueva York y un avión acababa de impactar contra la Torre Norte del World Trade Center. Dieciocho minutos después otro avión se estrellaba contra la Torre Sur. En apenas una hora, los dos rascacielos se desplomaban como un castillo de naipes. 19 terroristas suicidas de Al Qaeda habían secuestrado 4 aeronaves comerciales: 2 dirigidas hacia las Torres Gemelas, otra con la misión de destruir el Pentágono y la cuarta que tenía como destino el Capitolio en Washington.

Esta última no alcanzó su objetivo y se estrelló en un campo en Pensilvania.

2992 personas perdieron la vida, la mayoría en las torres y más de 6.000 resultaron heridas. La ciudad que nunca duerme quedó en silencio.

Estos días han salido a la luz unas imágenes exclusivas de un reportero de la CBS, Mark Laganga, quien se introdujo en el infierno de Manhattan con su cámara, entrando en el edificio y hablando con policías y supervivientes.

George W. Bush inició de inmediato la guerra contra Afganistán y la persecución del líder de los terroristas, Osama Bin Laden, abatido por el ejército estadounidense en 2011.

17 años después, junto al Memorial con los nombres de las víctimas, se erige el nuevo World Trade Center, donde como cada 11 de septiembre se recuerda el horror más grande que ha sufrido Norteamérica en este siglo.