Si hubo un lugar especialmente terrible para los presos a partir del siglo XVI en España, fue la comarca turolense de La Matarraña. En estas tierras se levantaron auténticos monumentos al terror. Eran lugares sombríos, húmedos, aislados, marcados por el dolor y el terror, en los que se cumplía condena eterna. Pero además allí ocurrían extraños sucesos relacionados con la brujería, así como fenómenos meteorológicos increíbles e incluso visiones de objetos en los cielos. En definitiva, una comarca misteriosa marcada por el misterio.