Vídeo: Redacción | Foto:Telemadrid
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Eindhoven es conocida como 'la ciudad de la luz' ya que fue en esta ciudad de los Países Bajos donde Philips empezó a fabricar sus bombillas.

Por eso no es de extrañar que en Eindhoven se encuentra un museo dedicado a esta empresa de la que todavía se conservan muchos de sus edificios como fábricas.

Este museo abrió sus puertas en 2013, está situado en pleno centro de la ciudad y la entrada cuesta 18 euros.

Nada más acceder a este edificio, encontramos una escultura dedicada a todas aquellas trabajadoras que, gracias a su destreza, hicieron que la compañía prosperase.

Se trataba de chicas jóvenes de entre 14 y 16 años que tenía los dedos al tamaño perfecto para ensamblar las piezas más delicadas de las bombillas.

El filamento lo enrollaban e introducían en una caja con grafito para carbonizarlo en un horno y hacerlo conductor

Y tras ver multitud de fotografía y otros datos sobre los creadores de la empresa, entramos en la sala más importante del museo, el taller del que salían las bombillas y que se encuentra perfectamente conservado.

Aquí descubrimos curiosidades como que el filamento los hacían con algodón tras disolverlo en una especie de olla y dejarlo reposar el alcohol.

Una vez que tenían el filamento listo, lo enrollaban e introducían en una caja con grafito para carbonizarlo en un horno y conseguir así que fuera conductor.

Otra curiosidad. Una vez que lo filamentos estaban carbonizados, las chicas eran las encargadas de separarlos cuidadosamente y pegarlos con caramelo en la toma metálica que luego se unía con el cristal para formar la bombilla completa.

Así se haciendo estos elementos luminosos que para nada estaban al alcance de todos los bolsillos ya que una sola bombilla costaba el equivalente al salario de una persona de una semana entera.