Madrileños por el Mundo ha viajado 6.035 kilómetros desde Madrid hasta Toronto, la capital de la provincia Ontario y la ciudad más grande de Canadá. Aunque la capital del país es Otawa, Toronto es considerado el centro financiero, además de ser considerada una de las urbes más multiculturales del planeta (aquí conviven hasta 150 nacionalidades). Pero lo que más nos ha llamado la atención es que, a pesar de estar en primavera, nos hemos topado con un frío de aupa: hasta diez grados bajo cero.
Isaac, de Alcalá de Henares y Mariluz, del barrio de Usera, son una pareja que llegó a Toronto buscando experiencias distintas y un poco de aventura. Los encontramos en Kensington Market , el barrio indie y alternativo de Toronto. En esta maraña de calles y edificios curiosos vive una gran parte de población latina.
Pasamos a ver los Hudson's Bay, unos grandes almacenes similares a lo que en España es El Corte Inglés. De hecho son la empresa más antigua de Norteamérica. Al principio era una peletera y ahora se han convertido en un enorme imperio comercial.
A poco más de una hora de Toronto, nos encontramos con el St.Jacbobs Market, el mercado de los granjeros. Además de por sus productos ecológicos, es famoso por ser el hogar de más de 4 mil menonitas, una rama pacifista del movimiento cristiano anabaptista, originado en el siglo XVI, como expresión radical de la Reforma. Los menonitas más conservadores rechazan utilizar cualquier tipo de tecnología. Nos ofrecen lo más típico de este curioso mercado: el sirope de arce, muy utilizado en nuestro país para dietas depurativas. Una botella cuesta unos 3 euros.
Nos acercamos a una granja donde hacen este sirope, elaborado con la savia del árbol más típico de Canadá, el arce. La provincia de Québec es la que más produce, con unos 20 millones de litros anuales. El tour del sirope, cuesta a cada turista unos 15 euros.
Regresamos a la gran ciudad para visitar Ripley's Aquarium, el mayor acuario de Canadá y una de las visitas turísticas por excelencia en Toronto. La entrada cuesta 24 euros.
Sin dejar el agua, paseamos por la playa Woodbine, en el lago Ontario. Desde luego, no tiene nada que envidiar a ninguna playa de mar, con su arena fina y sus pistas de voley playa. El lago Ontario separa Canadá de Estados Unidos y es el más pequeño de los cinco grandes lagos norteamericanos. A pesar de ser el más pequeño tiene el tamaño de dos veces la Comunidad de Madrid.
Francisco, madrileño de Móstoles, llegó a Canadá por trabajo, de ingeniero informático. Nos llevó a Chinatown, uno de los sitios míticos de Toronto, donde hay más de 700.000 chinos.
Por supuesto, no podía faltar la visita a Niágara Falls, las famosas cataratas del Niágara. Las más visitadas de todo el planeta. Además del auténtico espectáculo de la naturaleza que suponen, es todo el negocio turístico que los rodea (hoteles, atracciones, tiendas...) Son muy habituales las pedidas de mano junto a las cataratas.
Tras presenciar la típica postal de Toronto: con el Ayuntamiento antiguo y el nuevo, nos vamos al Roy Thomson Hall, el auditorio más famoso de Toronto. De hecho aquí está el paseo de la fama canadiense.
El frío que hay en esta ciudad hizo que los canadienses construyesen el Path, la ciudad subterránea de Toronto y la más grande del mundo. Nos sumergimos en ella y nos despedimos de Fran.
Ricardo, madrileño del Barrio de Salamanca, se vino a vivir a la Canadá más profunda y ahora gestiona un lodge (un lujoso hospedaje en mitad del bosque canadiense). Pasar una noche en el lodge cuesta 150 euros y alquilar la casa una semana entera, 3.500 euros. A pesar de las bajas temperaturas, quedamos fascinados por el entorno natural que nos rodea.
Saliendo del bosque nos acercamos por Erinsville, un pequeñito pueblo canadiense en el que nos mezclamos entre sus acogedoras gentes. Cerca, en Peterborough, conocemos a la familia de Ricardo y nos despedimos de él deseando, algún día, volver a verle en Madrid.
María, madrileña de Leganés, llegó a Canadá forzada por la crisis económica y ahora es profesora de Instituto. La encontramos calentando el cuerpo en Tim Hortons, la cadena de cafeterías más famosa de Canadá, una especie de Starbucks canadiense.
Nos acercamos a Yonge Street, la calle más larga de todo el mundo con nada más y nada menos que 56 kilómetros de extensión. Lo cierto es que al juntarse luego con una autovía podría alcanzar los 1896 kilómetros. El Libro Guinness de los Récords recoge la cifra mágica en sus páginas.
Desde Yonge Street observarmos el Dundas Square, muy similar a Times Square en Nueva York. Aquí se celebra la gran fiesta de Nochevieja, con multitud de pantallas e iluminación. Muy cerca, en Toronto Eaton Centre, encontramos los edificios con los centros comerciales más grandes de Canadá.
Visitamos el distrito financiero de Toronto y descubrimos el símbolo de la ciudad, la CN Tower, una de las postales más conocidas de Toronto. Es una torre de comunicaciones con 187 plantas y 553 metros de altura que la convierten en el edificio más alto de la ciudad. Las vistas desde lo más alto son impresionantes.
María nos lleva a Fort York, un fuerte construído en 1793 y ahora considerado como sitio hitórico de la ciudad desde el que se puede observar el fantástico skyline. Aquí se hacen exhibiciones y reconstrucciones de la época.
Después pasamos a conocer la zona de los hospitales y María nos habla de la excelente sanidad pública que hay.
Recorremos el campus de la universidad de Toronto, en Queens Park, fundado en 1827. La Universidad de Toronto está entre las 20 mejores del mundo.
Abandonamos el campus para visitar el único castillo de Toronto: Castle Loma, una de las construcciones más representativas de la ciudad. Sus jardines y sus pasadizos secretos hacen de Castle Loma uno de los atractivos turísticos de Toronto, más teniendo en cuenta que ha sido escenario de la saga de películas X-Men, o de la película Chicago.
Nos despedimos de Toronto viendo un partido del deporte nacional en Canadá: el Lacrosse.