Un 20% de trabajadores españoles se sentiría incómodo con un compañero con VIH

Esta semana, Madrid Trabaja ha querido arrojar luz sobre una realidad todavía muy silenciada: la discriminación laboral que sufren muchas personas con VIH en España.

Los datos son preocupantes. Según estudios recientes, un 20% de la población española admite que le incomodaría compartir espacio de trabajo con una persona con VIH, y un 25% preferiría que se les reubicara en otro puesto.

Para dar voz a la otra parte de la historia, entrevistamos a José Fley, presidente del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH, activista y referente en la defensa de los derechos de las personas que conviven con este virus.

José comenzó la charla con una afirmación contundente: “El estigma sobre el VIH no ha desaparecido, solo se ha vuelto más silencioso”.

Aunque el ámbito de José es el asociativo, donde la visibilidad del VIH suele estar más extendida, reconoce que muchas personas optan por ocultar su diagnóstico en entrevistas o entornos laborales por miedo al rechazo.

“Es absurdo, porque no existe ningún riesgo de transmisión en un entorno laboral, especialmente si la persona está en tratamiento”, explicó el entrevistado.

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El VIH, subrayó, es imposible de contagiar en un entorno de trabajo, puesto que no es un virus que se propague con un apretón de manos, ni compartiendo un teclado, ni tomando un café.

Además de la desinformación, Fley denuncia prácticas ilegales como pruebas de VIH encubiertas durante reconocimientos médicos o la revelación no consentida del estado serológico de trabajadores.

Desde su asociación ofrecen asesoramiento, acompañamiento legal y apoyo emocional a personas con VIH: “Si alguien sufre discriminación, no está solo. Hay recursos, hay vías legales y hay comunidad”.

Para él, la clave está en la educación sexual y afectiva, no solo en las escuelas, sino también entre adultos y empresas: “Hay jefes que discriminan por puro desconocimiento. Educar es prevenir”.

La información, la empatía y el respeto son claves para construir entornos laborales verdaderamente inclusivos. La lucha contra el estigma no es solo médica: es social, es cultural y es urgente.