Uno de los mayores retos para quienes trabajan por cuenta propia no son solo los clientes, los impuestos o la facturación, sino aprender a desconectar.
Muchos caen en lo que se conoce como el síndrome del autónomo siempre disponible: contestar mensajes a cualquier hora, trabajar fines de semana o posponer la vida personal por miedo a perder oportunidades.
Miguel Muñoz, de M&M Consulting, nos explica que este hábito, heredado de generaciones anteriores, se basa en la creencia de que más horas implican más éxito. Sin embargo, asegura que está demostrado que no es necesario trabajar 16 horas para que un negocio funcione.
La clave, afirma, está en la organización y en ser productivos al 100% en el tiempo que se dedica al trabajo. Al principio de un proyecto es normal invertir más horas, pero, una vez estabilizado, es fundamental fijar horarios, descansar y delegar.
Muñoz recomienda aumentar recursos —contratar personal o apoyarse en herramientas digitales— para “comprar tiempo” y así disfrutar más de la vida. También sugiere separar la línea telefónica personal de la profesional y educar a los clientes para que respeten los horarios.
Aunque pueda dar miedo decir “no” a un cliente, la mayoría entiende que hay un tiempo para trabajar y otro para descansar. Y si no lo acepta, quizá sea mejor dejarlo marchar.
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