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Los vecinos de Móstoles están desesperados porque llevan años soportando el ruido de las cotorras que están en un árbol pegado a sus viviendas. Además, el árbol cada vez se está torciendo más y el nido está creciendo considerablemente con el tiempo.

"Hay como cien cotorras en ese árbol desde hace varios años y el ruido es continuo. No podemos seguir así, escuchando el canto de las cotorras a todas horas", cuenta José Luis, presidente de la asociación de vecinos.

El nido puede pesar aproximadamente unos 300 kilos, según nos dicen los vecinos. "Es horroroso por la mañana, no te dejan descansar, están todo el santo día haciendo un escándalo increíble".

En el momento que más ruido hacen es por la mañana bien temprano y a última hora de la tarde. Los vecinos aseguran que el nido se está haciendo cada vez más grande y que de alto ya puede medir unos 5 metros.

Según el catálogo del Ministerio para la Transición Ecológica, la cotorra argentina es considerada una especia exótica invasora, lo que quiere decir que producen daño ecológico, económico y de salud en el hábitat donde se establecen y en el que no son nativas.

Esta ave se caracteriza por competir con otras especies autóctonas por la comida, daña cultivo, provoca daños en la vegetación para construir sus grandes nidos y se pueden instalar en postes de alta tensión, además de los problemas de ruido que generan por su instalación cercana a las casas. Asimismo, puede ser un vector para propagar patógenos y enfermedades a las personas y otras especies.

Al parecer, existe una evidencia científica que recoge y explora métodos para controlar las poblaciones de cotorras con el uso de trampas, control de fertilidad, modificaciones en el hábitat, uso de dispositivos para asustarlas, entre otras.