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Cada vez hay más estafas de las que todos podemos ser víctimas, ya que estos delincuentes están ideando constantemente nuevas formas de engaño y recurren también a las nuevas tecnologías, pero de los que más se aprovechan los estafadores son de nuestros mayores.

Paco tiene 84 años y cada día sale a un parque de Valdemoro para pasear a su perro. La última vez que lo hizo acabó siendo estafado. "Yo me encontraba tranquilamente y ya me iba para casa, aparcó un coche en esta zona, me llama y me pregunta en muy mal español dónde puede encontrar un restaurante para comer", nos cuenta.

"Me acerqué con mi perrita y ya le dije dónde podía ir a comer. Me sacó una billetera, que estaba empeñado en que yo lo viera y tocara los billetes. Yo cogí, toqué los billetes y vi que eran de un dólar. Me dijo que eran de Singapur y que estaban en Finlandia trabajando en una joyería. Al verme la sortija, quería ver que numeración tenía y me preguntaron si podía verlo", añade.

Tras mostrársela, el estafador la guardó en "una bolsita que tenía en la mano y empezó a hacerle muchos nudos para que tardase en reaccionar". Su intención era que Paco pensara que estaba ahí su sortija y se entretuviese desatándola. Cuando consiguió abrir la bolsita, se encontró con una baratija. "Me sentí en blanco, que yo no pude reaccionar".

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Los mayores son el blanco fácil de los estafadores. Nos desplazamos hasta Móstoles para conocer a Federica, de 87 años y víctima de dos falsos revisores de la luz. Asegura no haberse recuperado todavía del susto.

"Llegué a la puerta de mi casa y me dijeron que eran de la luz. Venían vestidos de la luz, por eso lo creí, les abrí la puerta y entraron dentro. Aquí uno sentado y otro robándome mientras. Yo no me podía mover de ahí de ese sillón", nos cuenta.

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Llegaron a pedirle la clave de su tarjeta, pero Federica se dio cuenta de que estaba siendo víctima de una estafa y les dio un número falso. Finalmente, "se llevaron 1.000 euros que tenía, la cartilla, los pendientes que había dejado aquí, los anillos, la sortija".