Vídeo: EVA S. CUESTA | Foto:Telemadrid
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El acceso a Las Sabinas es una odisea. El camino, complicado en condiciones normales, se ha convertido en una trampa de barro tras las lluvias de los últimos días, haciendo casi imposible la entrada y salida del poblado. A pesar del desmantelamiento parcial de las chabolas, varias familias continúan viviendo en este lugar, sumidas en una situación de abandono y precariedad extrema.

El paisaje que se encuentra al llegar es desolador: varios kilómetros de charcos y todo tipo de enseres tirados bordean el camino. La sensación de desamparo es palpable entre los residentes, que ven cómo su entorno se degrada sin que nadie asuma la responsabilidad de mantenerlo.

"En la guarrería metidos nos tienen aquí. Han tirado todas las infraviviendas y ahí lo han dejado todo. Nos dedicamos a la chatarra, con mucha guarrería y con muchas ratas y con muchos bichos", declara una de las residentes con desesperación.

La vida en Las Sabinas es una lucha constante contra la falta de lo más elemental. "Ahora mismo no tenemos ni luz ni agua. Todas esas garrafas son porque no tenemos agua y tenemos que ir a cogerla a alguna fuente para poder bañarnos y poder limpiar un poquito", explica Alba, quien lleva 7 años viviendo en el poblado.

Un asentamiento de infraviviendas crece en la A-2 a la altura de Barajas

Esta falta de saneamiento tiene un impacto directo en la salud, especialmente de los más pequeños. "Los niños siempre están malos y ya está", añade.

Otra vecina, con 27 años de residencia, corrobora esta situación y apunta a los problemas de salud que padecen: "Estoy mala, mi marido malo, queremos unos pisos, no nos dan los pisos. Nosotros llevamos 27 años aquí y cada vez está peor. Cuando llueve es lo peor porque se llena de barro. Nadie lo puede conducir, estamos esperando que nos lleve la gente".

Los procesos de desalojo y derribo, lejos de solucionar el problema, lo han agravado para quienes se quedan. Tamara, otra residente, lo relata con claridad: "Está todo fatal, ahora mismo estamos sin luz, están tirando todo. No vivía nadie, pero claro, lo tiran y nos dejan aquí toda la basura. Si por lo menos lo recogieran porque aquí seguimos viviendo, hay niños".

Montañas de basura a 200 metros del río Guadarrama, en Navalcarnero

La situación crea un círculo vicioso de insalubridad. Los escombros de las viviendas demolidas se acumulan, atrayendo plagas y convirtiéndose en un riesgo para la seguridad de las familias que permanecen en el asentamiento.

Ante esta realidad, la petición unánime de los vecinos es una solución de vivienda. "Estamos esperando a ver si nos quieren hacer otro nuevo convenio para que nos realojen", comenta Alba, expresando una esperanza que se repite entre las familias.

Mientras llega ese anhelado realojo, los residentes exigen medidas inmediatas. Su petición es clara y urgente: necesitan que se mantenga la zona en las mejores condiciones posibles, con una recogida de basura y escombros que mitigue las pésimas condiciones de salubridad en las que se ven obligados a sobrevivir a diario, atrapados en el barro y el olvido.