Vídeo: LA VIDA EN ROSA | Foto:Telemadrid
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Los retoques fotográficos se vienen usando desde antes de la creación de programas de edición, como los que se hicieron a Francisco Franco durante su reunión con Adolf Hitler, o la purga que realizó Stalin con su rival político, León Trotsky.

Al igual que las complejidades de entonces para manipular las instantáneas, ahora también se requiere de habilidad para que el resultado no se vaya de las manos, marcando una gran diferencia entre la realidad y la ficción. Tamara Falcó ha demostrado que maneja estas habilidades durante su preluna de miel junto a Íñigo Onieva en Bali, Indonesia.

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Sin embargo, al subir la fotografía, no hubo coordinación con Íñigo, quien terminó subiendo una sin editar. Tamara quedó en evidencia y automáticamente ambos borraron las publicaciones de Instagram.

Cuando Phtoshop se convirtió en el peor enemigo

La marquesa de Griñón no ha sido la única que se ha convertido en polémica por utilizar estas herramientas. Carmen Lomana, saliendo de la peluquería, quiso hacer gala de su nuevo look. Sin embargo, terminó usando tantos filtros y herramientas que, aunque logró estirar y adelgazar su figura, también lo hizo con la puerta que había detrás.

Los retoques también le ha hecho pasar un mal trago a la reina de Instagram: Kim Kardashian, en la que sus piernas perdían cualquier parte proporción. O en caso de Rosalía, que se hacía visible la diferencia de la fotografía en redes sociales con la real.

En la publicidad, muchas veces no son las protagonistas quienes toman la decisión de sobre editarlas, como le sucedió a Blanca Suárez. Una batalla que ganó la actriz Kate Weasley para no editar la portada de su serie Mare of Easttown, apostando por la naturalidad. Una batalla que perdió Inma Cuesta con la publicación de una portada de Dominical a la que denunció públicamente su desagrado con los retoques que había sufrido su imagen.