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“Organizo viajes por las profundidades de España, por sus raíces”, contó María. Su proyecto propone experiencias únicas que invitan a perderse por las carreteras secundarias, esas que “te llevan a lugares que cuentan historias a través de las ruedas y los kilómetros”.

Antes de dedicarse al turismo experiencial, María trabajó durante años en revistas de interiorismo y moda, donde se encargaba de la producción de sesiones fotográficas.

“Era un trabajo divertido, pero muy estresante”, confesó.

El cambio llegó con un punto de inflexión a los 50 años. “Tuve la revelación de que no iba a progresar profesional ni económicamente, y sentí que aún me quedaban muchos años de vida laboral. No podía dejarme llevar; tenía que tomar una decisión”, explicó.

Hoy, María celebra su valentía y su amor por los cambios: “Hay que atreverse. Me gusta el cambio, me gusta descubrir caminos nuevos”.

Su nuevo rumbo la ha llevado, precisamente, a eso: diseñar viajes que invitan a descubrir otros caminos, tanto en la carretera como en la vida.