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Charito nos ha contado cómo intenta retener a los paseantes con preguntas estratégicas para iniciar conversación: “¿Vive usted en este pueblo?” Y si alguien busca un baño, su respuesta es clara: “Entra al mío. Y siéntese, que le voy a contar unas cuantas cosillas.”

“Cada uno va a su aire y como mucho me dicen: ‘Adiós, Charito’. ¡Pero no se quedan!”, decía entre risas.

Eso sí, entrar en casa de Charito tiene consecuencias: “Sales y ya ha pasado una semana. ¡No te dejo salir!”, bromeaba, mientras el público no podía parar de reír.

Su espontaneidad y calidez nos ha dejado una cosa clara: si vas a Patones y buscas conversación (o un baño), Charito te abre la puerta… y no te suelta.