Vídeo: Telemadrid | Foto:Telemadrid
(Actualizado

La historia de Ayna, una joven navarra, comenzó cuando a los cinco años descubrió que podía silbar, aunque lo hacía a escondidas por puro pavor a que alguien la escuchara.

“Pasaba una persona y se me cortaba el silbido”, confesó.

Con el tiempo, Ayna decidió obligarse a perder el miedo: empezó a subir vídeos a YouTube, buscó referentes y se enfrentó al vértigo de exponerse. Ese impulso la llevó a inscribirse en el Campeonato Mundial de Silbido en Los Ángeles, al que acudió “con los ojos vendados”, sin saber muy bien qué esperar.

Allí descubrió una comunidad “peculiar” pero afín, personas que habían recorrido un camino similar.

Así, aquella niña que escondía su sonido terminó representando su pasión en una competición internacional, demostrando que el talento florece cuando se vence al miedo.