"Su otra esposa": la suave y deliciosa comedia del duo Hepburn-Tracy

En 1957, Walter Lang que era un señor que hacía comedias muy simpáticas dirigió a Hepburn y Tracy en la divertida Su otra esposa.

Era la octava vez que la que fuera pareja dentro y fuera de la pantalla medía fuerzas, lo que siempre ha sido de por sí, todo un espectáculo. En la de esta noche, ella es documentalista en una cadena de televisión con un memorión de tal calibre que no hay pregunta que no sepa contestar. Él llega a la empresa para instalar un ordenador que es probable que la deje sin trabajo. Si es que se atreve, porque, desde luego, lo va a tener muy difícil.

Su otra esposa / Archivo

Su otra esposa – luego descubriremos a qué se refiere el título – es una suave y deliciosa comedia romántica de esas que a la pareja formada por Hepburn y Tracy se les daba de maravilla interpretar como si de un partido de tenis se tratara. Esta fue la primera vez que les vimos juntos en color y la penúltima que actuaron juntos. Entre una y otra transcurrieron diez tristes años para los dos. Basada en la vida de la bibliotecaria que organizó el fondo documental de la emisora de televisión CBS, la señora Agnes Law, su insólita historia dio pie primero a una divertida obra de teatro y posteriormente a una no menos agradable película a la que Walter Lang, hombre de musicales con auténtico buen rollo y mucho encanto y de comedias familiares con Clifton Web o Danny Kaye como protagonistas, le dio esa pátina de simpático entretenimiento con tu toque de profundidad. La película de esta noche tiene sesenta años de vida pero habla de asuntos tan importantes y tan a la orden del día como el acoso y derribo que sufren las personas de edad y experiencia en determinados ámbitos laborales, la resistencia al cambio que tan a menudo nos amarga la vida o como la tecnología se impone en nuestro día a día a menudo sin pedir permiso. Lang, como todos los que con ellos trabajaron les permitieron a los Hepburn/Tracy desplegar su ingenio hasta el punto de que algunas escenas, como ésa en la que Katharine Hepburn acabó cayéndose prácticamente de la silla de risa, fueron improvisadas y nos dan una idea del excelente ambiente de trabajo que reinaba en aquel plató.

Su otra esposa / Archivo

Spencer Tracy, ese hombre bueno de las películas de la época dorada del cine, bordó, a lo largo de su carrera, en diversas ocasiones, el personaje de gruñón de buen corazón. El que aún hoy es considerado el mejor actor americano de toda la historia, consiguió 8 candidaturas al Oscar y dos estatuillas en su dilatada carrera en la que si le tocaron dramas los bordó y si le ofrecieron comedias las elevó al rango de clásicos.

Katharine Hepburn y Spencer Tracy se conocieron en 1942 rodando “La mujer del año” y como sus personajes en ese film, acabaron enamorados. Nunca más volvieron a separarse, aunque en realidad, nunca estuvieron juntos. Él estaba casado y no quiso que su esposa sufriera la humillación de verse abandonada. Jamás compartieron techo, ni salidas públicas, ni mesa en un restaurante íntimo. Todo Hollywood sabía que estaban juntos, pero no se hablaba de ello. Ni del alcoholismo de Tracy que le fue debilitando de forma prematura pero tan constante que cuando su última película juntos, estaba tan deteriorado que ya se sabía que no podría volver a ponerse ante las cámaras nunca más. Falleció unos días después, dejando a Hepburn destrozada.

Refugiada en el trabajo rodó sin parar película tras película, incluso cuando ya el Parkinson se había evidenciado en sus movimientos. La mejor haciendo llorar a medio mundo mostrando los últimos días de un amor anciano, junto a Henry Fonda. Así le llegó el Oscar a las manos por cuarta vez. Pero aunque lo parecía no fue su canto de cisne. Frisando los 90, la insistencia de Warren Beatty la puso de nuevo ante las cámaras. Beatty tuvo tiempo de arrepentirse. La actriz le obligó a cambiar todos los carteles del film, porque su nombre era ligeramente inferior al de él. Fue su última patada en el trasero de un Hollywood que la admiró, pero que siempre le tuvo un poco de miedo.

Su otra esposa / Archivo

En el reparto encontramos a la siempre elegante Dina Merrill, a la siempre encantadora Joan Blondell, por su tendencia a la sonrisa y la redondez de su rostro y al siempre aparentemente con dos copas Gig Young, un simpático secundario que llevó a la realidad ese papel de buen amigo ligeramente alcohólico que solía interpretar, con graves consecuencias para su vida. Antes de finalizarla por su propia mano, ganó un merecido Oscar como el animador de un concurso para auténticos desesperados. Y estuvo brillante.

Su otra esposa / Archivo

En aquella época se llevaba mucho que este tipo de comedias sobre la guerra de sexos las escribieran guionistas que eran pareja o estaban casados en la vida real: Ruth Gordon y Garson Kanin crearon La costilla de Adán y los Ephron, la de esta noche. Eran buenos y le enseñaron muy bien el oficio a su hija Nora, que ideó, entre otras, la romántica Algo para recordar y la irrepetible Cuando Harry encontró a Sally, que contenía esta secuencia que es de manual porque lo que desencadena la carcajada es la frase final.

Más de El comentario