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Víctor García tiene 31 años y es terapeuta. Durante su infancia siempre estaba en movimiento, nunca encontraba suficiente actividad y sentía la necesidad de hablar. A los 18 años le diagnosticaron junto a su abuelo, padre y hermano.

Lee la pregunta en alto: “¿De pequeño sacabas de quicio a los que te rodeaban?”

Ríe y sin dudarlo afirma: “Sí, sobre todo a mi madre. Una gran frase que me ha acompañado toda mi vida es que el único Dios verdadero que tenemos las personas con TDAH es el movimiento, la cinética. Eso es lo único que a todos nos mueve”.

El único Dios verdadero que tenemos las personas con TDAH es el movimiento