Los hijos son sin duda uno de los asuntos más peliagudos para los sacedortes y monjas que deciden consagrar su vida a Dios. Esa decisión marca un antes y después en su vida. Conlleva la renuncia explícita a tenerlos. No obstante, a Fray Antonio, un profesor, le dió la respuesta. Ignorante de sus sacerdocio, y viéndole rodeado de un montón de niños que le llamaban padre, le espetó: "Oye, ¿No los has tenido muy seguidos?.