Un gol de Varane en los últimos diez minutos equilibró el de Cesc Fábregas y dio vida al Real Madrid para la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. Eliminatoria que se decidirá dentro de un mes en el Camp Nou, después de una nueva entrega del 'clásico' (1-1), en el que no importaron las ausencias ni la monstruosa distancia que separa a unos de otros en Liga. Cristiano fue el primero en sacar el revólver en el duelo de ases. No se había cumplido el primer minuto de juego y una arrancada por el costado izquierdo comprometió a Piqué. En la falta, Pinto desbarató con apuros la carta de presentación del Real Madrid. Quedó claro que Mourinho había planificado el 'clásico' desde la propuesta.
Fábregas, asociativo como de costumbre en el enlace entre Messi y el resto de la orquesta, fue quien rompió la baraja. Un mal despeje de Callejón acabó en los dominios del '4' blaugrana, que resolvió con templanza ante un comedido Diego López. El Real Madrid se deslavazó desde ese momento (minuto 51) y entregó su alma al diablo, condenado a los desplazamientos en largo de Xabi Alonso y a la explosividad de su líder, capitán en la noche del miércoles. Pero el Barça, con más espacios, no perdió el dominio de la pelota ni de las ocasiones. Pedro y Messi estuvieron cerca de dar el golpe definitivo.
El Bernabéu aumentó el número de decibelios y la entrada de Modric e Higuaín mejoraron la cara de los merengues. Balones al área y más velocidad. El camino más corto siempre fue la línea recta y eso lo sabe bien José Mourinho. En una de ellas, Ozil ofreció la réplica a Varane, que igualó la balanza con la testa. Un soberbio remate del central francés igualó fuerzas y devolvió la esperanza a Chamartín.