El Real Madrid enterró su preocupante imagen liguera para agarrarse con fuerza a sus opciones en Copa del Rey y poner un pie en las semifinales con un triunfo 2-0 ante un buen Valencia, que se marchó desquiciado con el colegiado Muñiz Fernández y por sus propios errores ante Iker Casillas. El Real Madrid mostró que a falta de fútbol la motivación le puede impulsar al triunfo. Es lo que falta en una Liga mediocre que ha conducido a jugarse al todo o nada de su temporada en Copa del Rey y Liga de Campeones. Así llegan finales a mitad de temporada. El Valencia era un rival durísimo. Llegaba al Bernabéu reconstruido por Ernesto Valverde en su confianza y se marchó desquiciado.