Vídeo: Redacción / Europa Press | Foto:Telemadrid
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El portero del Rayo Majadahonda Cheikh Sarr recordó los "horribles" insultos racistas que "no podía aguantar" y que recibió por parte de la grada durante el partido ante el Sestao River de este fin de semana, al mismo tiempo que, aunque reconoció estar "arrepentido" de su reacción, opinó que el árbitro debería haberle "preguntado a la víctima" antes de expulsarle, exponiéndose ahora a una "injusta" sanción que "no es normal".

"Estoy agradecido a todo el mundo y muy orgulloso de todos. Gracias a todos los que me han apoyado, los aficionados, a mi equipo, mis compañeros, y todo el mundo, a mi familia", arrancó este martes su comparecencia el guardameta del equipo madrileño.

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El futbolista reveló que varios aficionados, cuando bajaron a la primera fila de la grada detrás de su portería, le propinaron gritos de "'puto negro, negro de mierda'". "No es la primera vez que me pasa, aunque esta vez no era como una broma, fue algo horrible, algo que no podía aguantar, una tristeza, algo muy feo. Creo que es el momento para que España demuestre que no es un país racista", expresó.

"El peor momento fue cuando recibí los insultos racistas, mi intención era ir con tranquilidad, para preguntarle por qué me insultaba, no fue agresivo. Le iba a preguntar si era padre, si tenía familia, era una persona mayor, y los adultos son los primeros que tienen que dar ejemplo y no actuar así", dijo sobre su reacción, al encararse con un aficionado al que agarró por la 'pechera'.

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No obstante, Sarr aprovechó para pedir disculpas por cómo actuó con la grada. "No fue normal, estaba caliente, y pido disculpas a mi equipo y a todo el mundo. No reaccionaré así si me vuelve a pasar. Me sirve de aprendizaje", dijo antes de confesar sentirse "arrepentido" por su reacción.

Aunque esto no cambia su visión sobre la sanción a la que se expone, de entre cuatro y ocho partidos, por encararse con el aficionado. "La sanción sería injusta, estoy jodido, que sancionen a la víctima no lo veo normal", valoró. "Me sacó tarjeta roja sin preguntar cómo fueron las cosas, por eso fui después al vestuario a preguntarle con todo el respeto, para saber por qué la tarjeta roja", relató.

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"El árbitro tendría que haber preguntado a la victima antes de expulsarme. No fui para algo malo. Después del partido, una hora después, me preguntó sobre lo ocurrido. Ahí me apoyó, y también se lo agradezco", afirmó.

El jugador, de 23 años, manifestó que no ha podido entrenar en lo últimos dos días por el "dolor" que le produjo el episodio racista. "La psicóloga no para de ayudarme, es muy buena gente. Desde que pasó me ayudó mucho, ha hecho mucho por mí", señaló Sarr, que insistió en agradecer también el apoyo en redes sociales a Vinícius Júnior.