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Se calcula que en España faltan unos 20.000 mecánicos para atender el parque móvil. Un ejemplo de esta falta de mano de obra lo encontramos en un taller de Loeches, donde su propietario ha tardado tres meses en encontrar un chapista y sigue buscando un pintor.

Los puestos de mecánica en este taller están cubiertos, pero en caso de fallar alguno de los trabajadores, calculan que tardarían meses en cubrirlo de nuevo.

Falta vocación y relevo generacional. "Hoy en día los chavales van a otro tipo de temas más tecnológicos o de creación de contenido", nos cuenta Manuel Gallardo, propietario de este taller de Loeches. "En los últimos años estoy viendo una cantidad de cierre de talleres que no había visto nunca".

"En los últimos años estoy viendo una cantidad de cierre de talleres que no había visto nunca"

"El sueldo de un aprendiz está en torno a 1.200 euros y un oficial de primera está en torno a 1.800 euros", explica Manuel, que añade que "uno de los motivos de que no podamos subir los sueldos es la falta de rentabilidad por lo mal que pagan las compañías aseguradoras.

No ayuda al sector las tarifas que pagan las aseguradoras por las reparaciones de chapa y pintura: las grandes aseguradoras solo les pagan el 50% de la factura real de este tipo de reparaciones. Bajar ese porcentaje les permitiría ofrecer mejores salarios a sus empleados y reducir los tiempos para cubrir sus necesidades de empleo.

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Además, estos talleres tradicionales también se enfrentan a las necesidades del vehículo eléctrico, lo que exige formarse, conseguir una certificación especial y reservar un espacio en el negocio solo para este tipo de vehículos.

Arreglar estos coches también entraña riesgos y sus profesionales tienen que adoptar importantes medidas de seguridad para evitar descargas eléctricas.

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A día de hoy, a estos talleres no les interesa invertir en esta especialización porque de momento la demanda es pequeña y la mayoría de los usuarios de vehículo eléctrico acuden a los concesionarios de la marca a realizar sus revisiones. Y la realidad manda: los eléctricos exigen poco mantenimiento y el grueso del parque móvil sigue siendo de motor de combustión.