A sólo una semana de que se abra la Basílica de Jesús de Medinaceli, el lío de cada año vuelve a repetirse. La céntrica calle Jesús está tomada desde primeros de febrero por los fieles que hacen cola para llegar los primeros al besapiés.
Sin embargo, es una cola virtual, porque lo que es haber, apenas había gente (al menos cuando Aquí en Madrid ha grabado). Hay sillas y carteles con el nombre de personas que están apuntadas y los números reservados en la supuesta fila, de modo que se guarda plaza para, en algunos casos, familias enteras o grupos que no aparecen hasta los días previos.
Los conflictos entre fieles surgen y, como ya es habitual, muchos sospechan que hay negocio detrás.