Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
(Actualizado

Con el aumento e intensidad de las olas de calor, cada vez somos más conscientes de que el urbanismo es clave para evitar lo que se conoce como islas de calor, un fenómeno que hace que los edificios de las ciudades absorban tanto calor que, durante la noche, sigan calentando la ciudad.

Un ejemplo de urbanismo que se ha adaptado a este aumento de temperaturas es Mercamadrid. El edificio, con una superficie de 25.000 m² y construido en 1982, realizó una intervención energética en 2018 y ahora está a la última en eficiencia energética. La arquitectura no favorecía el clima exterior ni el interior, así que con la reforma se buscaba mejorar la temperatura, humedad y pureza del aire, determinante para la calidad de los productos.

Tras un estudio, comprendieron que cambiando la cubierta a una con una lámina blanca reflectante se evitaba el sobrecalentamiento del contenedor. Además, instalaron 68 unidades evaporativas que introducen aire en la nave, garantizando a la pureza del aire y la humedad adecuada. Estos dos elementos, principalmente, lograron reducir entre 10 y 15 ºC la temperatura del edificio.

La isla de calor urbana aumenta el riesgo de muerte en ciudades costeras de España

Para optimizar el sistema y volverlo circular, utilizan el hielo sobrante del pescado, que inyectan en el agua de los evaporativos, logrando un consumo energético más bajo y una menor contaminación.

Esther Higueras, profesora, arquitecta y experta en urbanismo adaptado al cambio climático, plantea mejores formas de edificar frente al calor extremo en ciudades como Madrid: “Hay que transformar los espacios públicos, pavimentos, el arbolado, la proliferación de fuentes, pero también los materiales de cubierta como el de Mercamadrid”, explica.

Desde la Universidad Politécnica de Madrid, ya han elaborado un mapa de la isla de calor de la capital, que refleja los puntos más cálidos: “Madrid no tiene solo un punto de isla de calor, en la zona centro está en Atocha, pero también en Usera, Chamartín y otros. Son dinámicos”, concluye.