Lugares únicos de la Sierra de Guadarrama que tal vez quieras conocer

  • El misterioso Casarás, el 'cojón' de Pacheco o conocer el ser vivo más viejo de Madrid son algunas de las propuestas de paseo por la Naturaleza serrana
Dos personas contemplan el paisaje de la Sierra de Guadarrama
Dos personas contemplan el paisaje de la Sierra de Guadarrama |TELEMADRID

La Pedriza, el Puerto de Cotos o las Dehesas de Cercedilla son lugares bien conocidos por la mayoría de los madrileños que se animan a recorrer la Sierra de Guadarrama. Pero hay otros sitios de este entorno montañero menos conocidos que pueden ser descubiertos o redescubiertos. Solos o en compañía, para los más andarines o para una familia que quiere pasar un día de una manera distinta.

Guadarramistas Libros ha publicado 'Guadarrama lugares únicos', un libro que recoge algunos de los espacios menos transitados de esta geografía del Sistema Central. Y partiendo del texto de Ángel Sánchez Crespo, os proponemos, obra en mano, conocer varios de ellos.

Casarás

El Convento de Casarás, antigua casa de descanso de reyes en los Montes de Valsaín cercana al Puerto de la Fuenfría, es uno de esos lugares en los que coincide la Naturaleza, pero también lo mágico, romántico y misterioso, dice Ángel Sánchez Crespo.

"Felipe II ordenó levantar un lugar de reposo en medio del monte, donde aliviar el cansancio que le suponían las travesías guadarrámicas", explica el autor. El nombre verdadero era Casa Eraso, por eso de que Eraso era el nombre del secretario del rey.

Restos del Convento de Casarás en los Montes de Valsaín / GUADARRAMISTAS
Restos del Convento de Casarás en los Montes de Valsaín |GUADARRAMISTAS

La leyenda cuenta que Casarás era un convento que pertenecía a la orden de los templarios. Allí se desarrolló un supuesto hecho fatal. Un amor no correspondido entre un caballero guardián de un tesoro y una dama, con un hechicero de por medio.

La cosa acabó con la joven y el hechicero muertos y el caballero convertido en fantasma vagando por los pinares. Mejor conocer Casarás de día, porque de noche...nunca se sabe.

El cojón de Pacheco

Es el nombre que recibe un bolo de granito que se encuentra en las proximidades de la Boca del Asno, en La Granja de San Ildefonso de Segovia. El tal Pacheco era, según cuenta la historia que recoge Sánchez Crespo, "un fanfarrón de Valsaín que se jactaba de satisfacer cada noche a varias mujeres".

Aseguran que presumía tanto de su virilidad que cuando los lugareños pasaban cerca de aquel tolmo o enorme bolo, decían: "¡Mira dónde se ha dejado Pacheco un cojón!".

El 'cojón' de Pacheco, cerca de la Boca del Asno, en Segovia / GUADARRAMISTAS
El 'cojón' de Pacheco, cerca de la Boca del Asno, en Segovia |GUADARRAMISTAS

Es un bloque de granito de unos seis metros de altura que se encuentra arraigado en el terreno y que recuerda más a una seta que a un testículo, se aclara en el libro.

El paso del Medio Celemín

Situado en Valdemanco, es el puerto que comunica Bustarviejo con el Valle del Lozoya. Y ahora no hay que pagar peaje por atravesarlo, pero antes se cobraba el “portazgo”.

"Una cantidad que se imponía por la cara a todo aquel que quisiera utilizar un paso natural, acceder a un pueblo o utilizar un camino. Los privilegiados que en la Edad Media cobraban esta tasa solían ser señores feudales, que habían recibido dichos 'privilegios' de mano de algún rey en agradecimiento a algún favor", cuenta Ángel Sánchez Crespo.

Panel de la ruta de Miraflores al Puerto del Medio Celemín / GUADARRAMISTAS
Panel de la ruta de Miraflores al Puerto del Medio Celemín |GUADARRAMISTAS

La tarifa era de medio celemín de grano, que los recaudadores del Señor de Buitrago se encargaban de cobrar a cada uno de lo vecinos que quisieran utilizar el paso. El que se negaba a pagar no tenía más opción que trepar por los riscos de La Cabrera o dar un considerable rodeo.

Desde el Puerto del Medio Celemín se obtienen algunas de las mejores vistas de la rampa que asciende a la sierra, con el fondo de la gran urbe en los días de cielo limpio o sus infinitas luces si se permanece en esas alturas al anochecer.

Asómate de Hoyos

Muchos son atraídos por las alturas de Peñalara, La Maliciosa o las Cabezas de Hierro. Pero en algunos momentos estas cumbres reúnen a un montón de personas que pueden echar a perder la quietud que uno espera de estos sitios.

Asómate de Hoyos es una montaña de una altitud de 2.242 metros, menos concurrida, más allá de las Cabezas de Hierro, pero que merece la pena alcanzar. Forma parte de la Cuerda Larga, con Loma de los Bailanderos y La Najarra hacia el este, y el Collado de las Zorras y la Loma de Pandasco al oeste.

Asómate de Hoyos, con sus 2.242 metros de altitud / GUADARRAMISTAS LIBROS
Asómate de Hoyos, con sus 2.242 metros de altitud |GUADARRAMISTAS LIBROS

A un lado tendremos la Cuenca del Lozoya y al otro de la del Manzanares y si te "asomas", explica Sánchez Crespo, puedes ver varios 'hoyos', restos de "los tiempos en los que la Sierra de Guadarrama llegó a contar con glaciares de cierta entidad".

El Tejo de Barondillo

También se le conoce como tejo del arroyo de Barondillo o Valhondillo y es un árbol milenario, un ejemplar de tejo común europeo. Se calcula que tiene una edad comprendida entre los 1.500 y los 2.000 años, "lo que le convierteen el ser vivo más viejo de la Comunidad de Madrid y de la Sierra de Guadarrama", advierte el autor.

Tiene una altura de 8 metros, una copa de 15 metros de anchura y 9,10 metros de perímetro de tronco. En 1985 fue protegido por la Comunidad de Madrid al entrar en el catálogo de especies protegidas en la categoría de árboles singulares.

El tejo milenario de Barondillo / JOSÉ LUIS IZQUIERDO/PNSG
El tejo milenario de Barondillo |JOSÉ LUIS IZQUIERDO/PNSG

Su ubicación en la cara norte de la montaña, en un denso bosque de pino silvestre y en una zona bastante recóndita son factores que han beneficiado su extraordinaria longevidad.

Y sin embargo no es difícil llegar hasta él desde el área recreativa y de restaurantes de La Isla, cercana a El Paular. Desde allí, remontando el arroyo de la Angostura (origen del río Lozoya) y siguiendo primero al borde del arroyo y luego por una pista se llega a una pequeña explanada en la que se encuentra el tejo singular.