El estrés, cuando afecta a los recién nacidos, lleva a una "aparente desconexión" entre la actividad cerebral del bebé y su comportamiento, por lo que en ocasiones no se pude detectar el dolor que realmente siente, según un estudio publicado hoy por Current Biology.
En general, cuando se somete a los recién nacidos a un procedimiento doloroso se registra un aumento "razonablemente bien coordinado" entre su actividad cerebral y sus comportamiento, con lloros o muecas.
Sin embargo, los bebés que están estresados registran una mayor respuesta en su actividad cerebral frente al dolor, pero ésta no se corresponde con su comportamiento.
En el caso de los recién nacidos, los médicos e investigadores usan mediciones indirectas del dolor basadas en el comportamiento, las cuales se usan en ocasiones para determinar si el bebé necesita estar más cómodo o suministrarle analgésicos.
Un equipo de la University College de Londres dirigido por Maria Fitzgerald quiso establecer si, como pasa con los adultos, cuando están sometidos a estrés habitualmente los recién nacidos señalan sentir más dolor.
Para su investigación usaron a 56 recién nacidos sanos cuyo estrés se midió por los niveles en saliva de la hormona cortisol y por el patrón de sus latidos cardiacos, tanto antes como después de someterlos a un pinchazo en el talón que era clínicamente necesario.
Al mismo tiempo midieron la respuesta de los bebés al dolor con una encefalografía y a través de sus expresiones faciales.
Los datos indicaron que los recién nacidos con mayores niveles de estrés de fondo mostraron un reacción cerebral mayor al procedimiento médico, pero esta no se correspondía con un cambio en el comportamiento de los pequeños.
Una de las autoras del estudio, Laura Jones, señaló en un comunicado que los efectos del estrés en la repuesta cerebral "no fue una sorpresa", pero lo que no esperaban es que el comportamiento de los bebés no siguiera esa misma pauta.
La experta dijo que estos resultados ofrecen "otra razón más para tratar y cuidar a los bebes de manera que se minimice tanto el dolor como el estrés", pues los pequeños estresados "puede parecen que no responden al dolor, incluso cuando su cerebro aún lo procesa".
De hecho, "los doctores y enfermeras de neonatología saben que los bebés prematuros a veces 'se desconectan' y no responden cuando se sienten abrumados. Los nuevos resultados parecen confirmar esas observaciones clínicas en los niños nacidos a término", agrega la nota.
El equipo de expertos tiene previsto realizar en el futuro estudios sobre cómo pueden influir otros factores ambientales y las experiencias previas -como la interacción entre el niño y su madre- en la forma en que procesan y experimentan el dolor.