Cuando la rabia de un suspenso se descontrola

Durante diez años Manuel ha examinado a miles de aspirantes a obtener el carné de conducir. Ninguno a los que suspendió le agredió, pero tiene compañeros a los que han intentado asfixiar, acuchillar o golpear con una piedra. Por eso su colectivo está en huelga: para evitar que la rabia caiga sobre sus espaldas.