La madrugada del próximo sábado al domingo comenzará el horario de verano, por lo que los relojes deberán adelantarse una hora (a las 02.00 horas habrá que colocarlos en las 03.00). Con ello, según cifras oficiales, España ahorrará unos 300 millones de euros en iluminación, el 0,03% del PIB.
En concreto, las estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), entidad pública empresarial del Ministerio de Industria, indican que el potencial de ahorro en iluminación en España, por el cambio de hora, puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación.
De los 300 millones de ahorro, 90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de seis euros por hogar, mientras que los 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del sector servicios y en la industria.
Para alcanzar este potencial de ahorro, las autoridades advierten de que es necesario un comportamiento responsable en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no sea necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en las tiendas y en industrias.
El cambio horario se realiza en España en cumplimiento de la directiva comunitaria que rige esta modificación y que afecta a todos los países miembros de la Unión Europea.
Comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación.
Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años. Desde la aprobación de la novena directiva, por el Parlamento Europeo y Consejo de la Unión, en enero de 2001, este cambio se aplica con carácter indefinido.
El carácter indefinido de la aplicación del cambio de hora el último domingo de marzo y de octubre se ha adoptado por entenderse que el buen funcionamiento de algunos sectores, no sólo el de los transportes y las comunicaciones, sino también otros ramos de la industria, requiere una programación estable a largo plazo.