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Cuatro pacientes con paraplejia recuperan movilidad gracias a la estimulación eléctrica
- Flexionan dedos, tobillos y rodillas
Cuatro personas con paraplejia son capaces de mover voluntariamente los músculos previamente paralizados como resultado de una nueva terapia que consiste en la estimulación eléctrica de la médula espinal, según las conclusiones de un estudio financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), y la Fundación Christopher y Dana Reeve, en Estados Unidos.
Los participantes, cada uno de ellos paralizados desde hace más de dos años, fueron capaces de flexionar voluntariamente sus dedos de los pies, los tobillos y las rodillas, mientras el estimulador estaba activo, y los movimientos han mejorado con el tiempo al combinarlos con rehabilitación física.
Los investigadores involucrados en este trabajo, que se publica este martes en Brain, dicen que la terapia tiene el potencial de cambiar el pronóstico de las personas con parálisis, incluso después de años con la lesión.
"Cuando supimos que un paciente había recuperado el control voluntario como resultado de la estimulación de la médula, nos pusimos cautelosamente optimistas", reconoce Roderic Pettigrew, director del Instituto Nacional de Imágenes Biomédicas y Bioingeniería (NIBIB, por sus siglas en inglés) de NIH, que prestó apoyo al estudio.
"Ahora que la estimulación de la médula ha sido exitosa en cuatro de cuatro pacientes, existe evidencia que sugiere que una gran cohorte de individuos, previamente con poca esperanza realista de una recuperación significativa de la lesión de la médula espinal, puede beneficiarse de esta intervención", añade.
Uno de los hallazgos más impresionantes e inesperados del estudio es que dos de los pacientes que se beneficiaron de la estimulación de la médula tenían parálisis completa motora y sensorial.
En estos pacientes, la vía que envía información sobre la sensación de las piernas al cerebro se interrumpe, además de la que manda datos desde el cerebro a las piernas con el fin de controlar el movimiento. Los investigadores se sorprendieron por el resultado porque habían asumido que al menos algo de las vías sensoriales necesitaba estar intacto para que la terapia fuera efectiva.
El estudio es la continuación de una experiencia piloto innovadora iniciada en 2009 para determinar si la estimulación de la médula, en combinación con el entrenamiento diario en una cinta andadora, podría ayudar a los pacientes con parálisis a recuperar cierta capacidad para moverse.
En ese ensayo, a Rob Summers, un joven paralizado por debajo de su pecho, se le implantó una selección de 16 electrodos en su médula espinal y se le sometió a entrenamiento diario en el que fue suspendido en un arnés sobre una caminadora mientras un equipo de investigadores sujetaba sus piernas, ayudándole a permanecer de pie o caminar. Al mismo tiempo, los electrodos enviaron pulsos eléctricos a su médula espinal justo por debajo de su lesión.
Summers fue capaz de soportar su propio peso poco a poco y con el tiempo podía aguantar sin la ayuda de los terapeutas físicos durante un máximo de cuatro minutos. Sorprendentemente, a los siete meses de comenzar el ensayo, el paciente notó que había recuperado algo de control voluntario de sus piernas, hecho que sorprendió a los científicos, ya que el movimiento intencional requiere información que viaje desde el cerebro hasta la médula espinal inferior, un camino que se había vuelto no funcional por su lesión.
Otros impedimentos causados por la lesión de Summers también comenzaron a mejorar con el tiempo, en ausencia de estimulación, tales como el control de la presión arterial, la regulación de la temperatura corporal, el control de la vejiga y la función sexual.
Ahora, en este estudio de seguimiento, Claudia Angeli, profesora asistente en el Centro de Lesión de la Médula Espinal en Kentucky de la Universidad de Louisville, en Estados Unidos, y sus colegas informan que tres pacientes más con parálisis han recuperado el control voluntario de los músculos después de la estimulación eléctrica de la columna vertebral. Se trata de dos pacienes con lesión completa motora y sensorial, y uno, similar a Summers, con parálisis motora completa, pero cierta capacidad para experimentar sensibilidad por debajo de la lesión.
En tan sólo unos días desde el inicio de la estimulación, los tres pacientes recuperaron cierto control voluntario de los músculos previamente paralizados. El primer paciente tras Summers era incapaz de moverse o sentir alguna sensibilidad por debajo de su lesión, por lo que fue sorprendente que no sólo consiguió movimiento voluntario sino que éste fue a la primera semana de estimulación.
"Vimos entonces que en los próximos dos pacientes también", dijo Susan Harkema, directora de Investigación sobre Rehabilitación de la Médula Espinal en el Centro de Investigación de Lesiones de la Médula Espinal de la Universidad de Louisville. Los científicos destacan la velocidad a la que cada sujeto recuperó el movimiento voluntario como evidencia de que puede haber conexiones latentes en pacientes con parálisis motora completa.
"En vez de la existencia de una separación completa de las regiones superior e inferior con respecto a la lesión, es posible que exista algún tipo de contacto, pero que estas conexiones no sean funcionales -subraya V. Reggie Edgerton, distinguido profesor de Biología Integrativa y Fisiología en la Universidad de California Los Ángeles e investigador responsable del desarrollo del nuevo enfoque-. La estimulación de la médula podría despertar estas conexiones".
Un aspecto importante del nuevo estudio incluyó la evaluación de la capacidad de cada paciente para realizar sus movimientos en respuesta a las señales auditivas y visuales. Todos los participantes, incluido Summers, pudieron sincronizar los movimientos de la pierna, el tobillo y los pies al unísono con el auge y la caída de una onda mostrada en una pantalla de orenador, y tres de los cuatro lograron cambiar la fuerza con la que flexionaron su pierna, dependiendo de la intensidad de tres pistas auditivas diferentes.
También se hicieron las mismas pruebas después de varios meses de estimulación de la médula conjuntamente con entrenamiento locomotor. Durante este tiempo, los pacientes también realizaron entrenamiento en su casa, que consistió en estimulación de una hora mientras practicaban movimientos intencionales acostados.
Al fina de este entrenamiento, algunos sujetos fueron capaces de ejecutar movimientos voluntarios con mayor fuerza y ??con estimulación reducida, mientras que otros experimentaron una mayor precisión de movimiento. Harkema señala que no está claro si la mejora fue el resultado de la formación o debido a los efectos acumulativos de la estimulación a lo largo del tiempo, por lo que planean determinarlo en el siguiente trabajo