La música puede para ayudar a personas con Alzheimer a recuperar recuerdos de experiencias positivas de su vida, según ha asegurado la musicoterapéuta especializada en geriatría y demencias, Mónica de Castro, durante una ponencia realizada en el 56 Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y el 20 Congreso de la Societat Catalana de Geriatría i Gerontología (SCGG).
De hecho, un estudio realizado en 2009, mostró como en el córtex prefrontal medial de una persona sana existe un área que se activa cuando se escucha una música conocida, provocando recordar aspectos autobiográficos. Esta área es una de las que más tarde se deteriora en la enfermedad de Alzheimer.
"Podemos decir que la música tiene efectos sobre múltiples áreas del cerebro a nivel, tanto cortical como subcortical, y por lo tanto activa una red muy extensa que tiene una amplia cobertura de funciones. El ritmo influye sobre la regulación de la motricidad, la melodía tiene impacto sobre las emociones y la armonía está relacionada con aspectos cognitivos. Otros elementos como la intensidad, el tono, el tempo, la altura y el timbre se utilizan también para ayudar a regular estados de ánimo y aspectos fisiológicos", ha comentado De Castro.
En este sentido, la experta ha señalado que la finalidad última de la musicoterapia es mejorar la calidad de vida de la persona y, especialmente, aquella que padece demencia porque es capaz de procesar la música después de haber perdido la capacidad de procesar el lenguaje.
Este hecho, prosigue, convierte a la música, en las fases más avanzadas, en una "importante" vía para la conexión con su propia identidad y la comunicación con su entorno más cercano, activando la memoria biográfica, las emociones asociadas y ofreciendo la posibilidad de compartir una experiencia propia con otro ser humano.
"Además, puede ser un estímulo que les proporciona confort y que puede mejorar su contribución a las actividades básicas como el aseo o la alimentación, añade la musicoterapéuta", ha explicado la experta, para comentar que la música desvía el foco de atención de la persona de estímulos que no puede interpretar a un estímulo que tiene sentido, y por tanto tiene un efecto "calmante" ante estados de ansiedad en fases moderadas y avanzadas del proceso de demencia.
Asimismo, tal y como ha asegurado, en fases leves y moderadas puede contribuir a mantener las capacidades cognitivas y funcionales preservadas, retrasando el nivel de dependencia, y en fases más avanzadas puede ser una de las pocas vías de acceso a su propia identidad, una vía de comunicación con sus cuidadores, un estímulo que les proporciona confort y que puede mejorar su contribución a las actividades básicas como el aseo o la alimentación.
"Finalmente existe evidencia de que determinadas técnicas musicoterapéuticas pueden ayudar a reducir síntomas conductuales como la agresividad física y verbal o el deseo de deambular, contribuyendo a la mejora de la calidad de vida de la persona que padece la demencia y de sus cuidadores", ha zanjado De Castro.