Ellos viven para los demás. Y lo hacen por contrato. Y por contratos, además, bien remunerados. Su misión es conseguir todo lo que necesitan sus clientes. Así son los mayordomos del siglo XXI.
Hablan idiomas, son discretos, dominan el protocolo, y si hace falta te consiguen la mejor mesa en el restaurante o entradas para el musical que colgó el cartel de no hay billetes hace meses.
Su expcecional red de contatos hace puedan llegar ganar más de 500 euros al día.