El protagonista de esta historia se llama Zhúlik y es un perro bielorruso. Un estadounidense le ha dejado un millón de dólares, solo porque le recordaba a la mascota que tuvo hace varias décadas, cuando cayó prisionero en la Segunda Guerra Mundial. Entonces conoció en el campo de concentración a un perro que le acompañó durante muchos años, hasta que cayó gravemente enfermo. En lugar de pagarle una costosa operación, usó el dinero para encontrar un mejor trabajo, algo de lo que se ha arrepentido toda la vida.
Años más tarde y de viaje por Bielorrusia, intentó comprar a sus dueños, una pareja de ancianos, a Zhúlik que era la viva imagen de su compañero de fatigas, pero estos se negaron, aunque según cuentan estuvo a punto de llorar.
Ahora les ha dejado un millón de dólares para que le proporcionen la mejor vida posible.