La competencia de los comercios chinos es "desleal" -según los empresarios españoles- especialmente en el plano laboral sin que nadie se ocupe de los derechos de esos trabajadores.
Los sindicatos argumentan que ellos no tienen por qué tutelar a todos los trabajadores y afirman que (en este sentido) no hay una gran diferencia entre los empresarios españoles y los chinos.