Los emoticonos inundan nuestros mensajes, expresan nuestras emociones y se han convertido en un lenguaje propio.
Utilizamos una cara sonriente para expresar felicidad, el dedo pulgar levantado para dar nuestra aprobación o los corazones para transmitir emoción. Pero detrás de estos iconos hay mucha más información de la que nosotros pensamos.
Un estudio realizado por la Universidad de Rochester concluye, por ejemplo, que son las personas más introvertidas las que más emoticonos usan porque permite ‘controlar’ la conversación.
Y es que a través de los emoticonos revelamos cómo somos, aunque no siempre llegan al receptor con la misma intención con la que se envían. Una cosa es lo que queremos decir y otra lo que se interpreta.