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El nombramiento de Ana Brnabic, una mujer abiertamente lesbiana, como primera ministra de Serbia, ha despertado la esperanza de la comunidad homosexual local de que mejore su situación y se reduzcan la discriminación y las agresiones homófobas.

"Lo más importante de su nombramiento es la visibilidad. Lamentablemente, la población LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) en Serbia aún no es suficientemente visible", declara a Efe Stefan Sparavalo, de la ONG "Da se zna" (Que se sepa), dedicada a la defensa de los derechos de este colectivo.

Aunque se han producido mejoras legales, con la despenalización de la homosexualidad en 1995, los prejuicios, la discriminación y el tabú están muy presentes en Serbia, donde se habla de los homosexuales sólo con motivo de la marcha anual del orgullo gay.

"Hemos tenidos casos en los que padres han renunciado a sus hijos por ser homosexuales", cuenta en declaraciones a Efe Sparavalo, quien agrega datos alarmantes.

El 72 % de la población LGBT está peligro de sufrir violencia psíquica y acoso verbal en Serbia y el 23 % sufre violencia física, según investigaciones recientes de esta ONG.

Aleksandar Savic es un activista homosexual que cuenta que fue amenazado tras participar en la marcha gay de 2014.

"Te ahogaremos en sangre, mataremos a toda tu familia, violaremos a tus parientes", fueron algunas de las amenazas que recibió a través de las redes sociales en Internet.

"Fueron 40 amenazas. Las denuncié a la Policía, presenté mi declaración, pero luego no pasó nada", recuerda Savic.

A un amigo suyo le pidieron salir de un café después de darle un beso a su pareja homosexual.

No siempre termina todo en una simple expulsión de un bar, ya que cuatro lesbianas fueron agredidas este año en un restaurante de Belgrado, un ataque por el que nadie fue condenado.

La primera marcha del orgullo gay de Serbia se celebró en el año 2010.

El desfile terminó en una verdadera "batalla campal" entre policías y activistas homófobos, que dejó un centenar de heridos.

La marcha no volvió a hacerse en Belgrado hasta cuatro años más tarde y desde entonces se ha realizado anualmente, aunque bajo enormes medidas de seguridad para proteger a los participantes.

Mañana se celebra la edición de este año, que en esta ocasión se organiza bajo el lema "Por los cambios".

El colectivo homosexual de Serbia reclama lo que en otros países europeos ya es normal: una ley que permita la unión civil entre personas del mismo sexo.

Además, exige que se eliminen calificaciones peyorativas sobre la homosexualidad de los libros de escolares.

Ahora, con la llegada de Brnabic a la jefatura del Gobierno, los homosexuales serbios esperan que ese distanciamiento social y la discriminación, tanto abierta como encubierta, se vaya reduciendo.

"La gente podrá ver todos los días a una primera ministra lesbiana, aunque esa no sea su única identidad. Como ella ha dicho, es también política, serbia, patriota", asegura Sparavalo, cuya organización se dedica a sensibilizar a las instituciones, sobre todo en casos de crimen por odio y ataques por orientación sexual.

De hecho, la actitud de las propias autoridades frente a la comunidad homosexual suele ser problemática, destaca el activista.

"A veces, es toda una lotería si un policía 'normal', con buena conciencia, acude al lugar de los hechos tras un ataque contra un homosexual", explica Sparavalo.

Oficialmente, en los últimos dos años se han reducido las agresiones y hubo "sólo" 70 casos de violencia contra personas LGBT, aunque las cifras reales son mucho más altas, alerta el activista.

"La gente tiene miedo a denunciar, ya que no confía en las instituciones", agrega Sparavalo, quien señala que la cifra verdadera de agresiones es hasta diez veces superior a la denunciada.

Algunos sondeos muestran que seis de cada diez adolescentes en Serbia consideran "justificada" la violencia contra homosexuales y que el 36 % de los homosexuales más jóvenes sufren violencia psíquica y acoso verbal en la escuela.

En el mundo laboral, muchos homosexuales no hablan de su orientación sexual por miedo a ser discriminados o despedidos.

Los sondeos muestran que el 25 % de los serbios no quieren tener a un compañero de trabajo homosexual y que el 44 % de casos de agresión verbal, psíquica o física contra miembros de este colectivo ocurren en el ámbito laboral, muchas veces incluso por parte del empleador.