Mueren menos hombres a edades jóvenes porque se cuidan más, tienen hábitos de vida más saludable y acuden más al médico lo que les permite diagnosticar antes sus enfermedades y evitar complicaciones. Es lo que se conoce como feminización de los hombres y por eso mismo su esperanza de vida ha aumentado en mayor magnitud que la de las mujeres. Las diferencias se han reducido en un año en dos décadas. En la actualidad ellas siguen siendo más longevas, 84`6 años frente a ellos, con 78,4 años. Una diferencia de 6,2 puntos que supone toda una revolución si tenemos cuenta la evolución de la esperanza de vida desde inicios del siglo XX. A inicios del mismo, según la Profesora de Demografía de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Rosa Gómez Redondo, las diferencias eran de 2 puntos, en los años 90 esa distancia llegó a ser de 7 puntos y en la actualidad se ha rebajado a 6.
No es un fenómeno aislado. Ocurre en los paises de nuestro entorno e incluso en Japón que suele ostentar el récord mundial de esperanza de vida. Asi lo ha constatado la investigadora de este fenómeno la demógrafa France Meslé del Instituto Nacional de Demografía de París.
La feminización del hombre corre paralela a la progresiva masculinización de la mujer. Su incorporación al trabajo, al estrés y a los hábitos del alcohol y el tabaquismo la hace más propensa a padecer enfermedades. No se sabe que ocurrirá cuando dentro de unos años las generaciones de los años 40 a 60 lleguen a la tercera edad, pero el hecho es que de momento no se ha notado una reducción en la esperanza de vida de las mujeres. Al contrario, sigue creciendo, no en la misma proporción que los hombres y de ahí que se recorten distancias.
El hecho es que de momento no se ha limitado el crecimiento de esa esperanza de vida y según los estudios demográficos en pocas décadas todos podremos llegar a ser centenarios