Científicos del Hospital Infantil de Cincinnati, en Estados Unidos, recomiendan realizar un análisis de saliva para detectar la exposición al humo del tabaco de los niños asmáticos tras comprobar que muchos padres tratan de ocultar o desconocen esta información, según la revista Pediatrics.
El tabaquismo pasivo suele estar detrás de aproximadamente el 80 por ciento de los ingresos hospitalarios de niños con asma u otros problemas respiratorios. Sin embargo, sólo un tercio de los padres admiten dicha exposición, lo que dificulta la labor de los médicos que se encargan de su cuidado.
Sin embargo, según ha explicado Robert Kahn, autor del estudio, con un método fiable que detecte la exposición al tabaco el médico puede ser más preciso y eficaz a la hora de atajar el problema y, si alguno de los padres fuma, ofrecerle incluso apoyo para dejar de fumar.
En su trabajo, los investigadores evaluaron los datos de 619 niños de 1 a 16 años que habían sido ingresados en este centro hospitalario por asma u otro problema hospitalario, entre agosto de 2010 y octubre de 2011.
Durante los dos primeros días del ingreso, preguntaron a los padres si los niños estaban expuestos al humo del tabaco, tanto en casa, en el coche como en otro lugar donde los menores pasaran tiempo a menudo. Además, las enfermeras también recogieron muestras de sangre y saliva de los niños.
Alrededor del 35 por ciento de los padres informaron que sus hijos estaban un poco expuestos al tabaco. Sin embargo, alrededor del 56 por ciento de las muestras de sangre de los niños y el 80 por ciento de sus muestras de saliva dieron positivo a la cotinina, un componente de la nicotina que es un marcador de la exposición al tabaco.
La diferencia en los resultados de la saliva y de sangre y los informes de los padres no significa necesariamente que los padres mintieran sobre la exposición de sus hijos, reconocen los autores, ya que también podría ser que los médicos no pregunten lo suficiente o que los padres no sepan que sus hijos están realmente expuestos al tabaco.
De hecho, uno de cada seis niños participantes en el estudio tuvo que ser reingresado en el hospital a lo largo de los 12 meses posteriores. Esta circunstancia no estaba ligada a la información ofrecida por sus padres, pero si vieron que los niños tenían más probabilidades de ser readmitidos si el análisis de saliva o sangre dio positivo a la cotinina.
Los investigadores aseguran que la saliva es una opción a tener en cuenta para este análisis, ya que no se trata de una prueba no invasiva que, además, parece ser más sensible que la sangre. Además, apuntan, su coste es reducido y podría evitar varios reingresos.