Cuatro meses después de ser elegido papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio pisó de nuevo tierra latinoamericana: Río de Janeiro, para presidir la Jornada Mundial de la Juventud y denunció que la crisis mundial está causando mucho daño a los jóvenes y que se corre el riesgo de que haya una generación que nunca ha tenido trabajo.
Contento de volver al "fin del mundo", como llamó a Latinoamérica cuando fue elegido pontífice el 13 de marzo pasado, y especialmente a Brasil, el país con el mayor número de católicos del planeta -casi 165 millones- Francisco dijo ante la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que no traía "ni oro ni plata".
"No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi salud. La paz de Cristo esté con vosotros", afirmó.
Francisco agregó que su deseo es encontrarse con los jóvenes de todo el mundo, "que hablan idiomas diferentes, pertenecen a culturas diferentes y sin embargo encuentran en Cristo las respuestas a sus más altas y comunes aspiraciones". "Cristo les ofrece espacio y los jóvenes tienen confianza en Él, no tienen miedo a arriesgar con Él la única vida que tienen, ya que saben que no serán defraudados", aseguró.
El papa Bergoglio manifestó que la juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y aseguró que la generación de los adultos se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven "cuando sepa ofrecerle espacio, tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo, darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida".
Francisco pidió a los adultos que garanticen a los jóvenes la seguridad y educación, le transmitan valores duraderos "por los que vale la pena vivir", le aseguren un horizonte trascendente "para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien" y le dejen en herencia un mundo que corresponda "a la medida de la vida humana".
Preocupado por los jóvenes, en el avión que le llevaba desde Roma a la ciudad carioca y en un encuentro con los periodistas que le acompañaban, dijo que la crisis mundial está causando mucho daños a los jóvenes y reivindicó el papel de los ancianos en la sociedad. "La semana pasada he conocido el porcentaje de jóvenes sin trabajo y corremos el riesgo de tener una generación que nunca ha tenido trabajo y del trabajo sale la dignidad de la persona, de ganarse el pan", afirmó.
El Obispo de Roma manifestó que a los jóvenes no hay que aislarlos, sino que tienen que estar en su tejido social y afirmó que son el futuro de los pueblos, ya que tienen la fuerza de la juventud y van hacia adelante.
No obstante, subrayó que el futuro no sólo lo representan los jóvenes. En el otro extremo de la vida -dijo- están los ancianos, que son también el futuro de los pueblos. "Un pueblo tiene futuro si van adelante esos dos puntales. Con los jóvenes con la fuerza que les lleva hacia adelante y con los ancianos, ya que ellos son la sabiduría de la vida", afirmó el pontífice.
DILMA ROUSSEFF ADVIERTE AL PAPA DE QUE LUCHAN CONTRA UN ENEMIGO COMÚN: "LA DESIGUALDAD"
La presidenta de la República de Brasil, Dilma Rousseff, ha indicado al Papa Francisco que se enfrentan a un enemigo común, "la desigualdad en todas sus formas", y ha manifestado su preocupación por la crisis económica mundial para recordar a "los pobres y los jóvenes, las principales víctimas del desempleo".
Durante su discurso de este lunes en el Palacio de Guanabara, donde ha recibido al Pontífice en el marco de su viaje a Río de Janeiro para presidir los actos centrales de la Jornada Mundial de la Juventud, Rousseff ha precisado que también comparten valores como "la justicia social, la solidaridad" así como la lucha por "los derechos humanos y la paz entre las naciones".
En este sentido, se ha referido al Papa Francisco como un líder religioso que busca la justicia social y ha indicado que confía en que, ante la crisis económica "que quita las oportunidades de millones en el mundo", este Papa venido de Latinoamérica, de la "hermana argentina", puede ayudarles a combatir el hambre y la pobreza del mundo.
Por otra parte, se ha referido al sentimiento que movió durante las últimas semanas a centenares de gente a salir a la calle y ha admitido que los jóvenes exigen "más derechos sociales, más educación, mejor sanidad, seguridad y respeto al medio ambiente" así como "respeto, ética y transparencia" y "que la política atienda los intereses de la población y no sea territorio de los privilegiados".
En este momento, Rousseff considera que es buena la celebración de la JMJ de Río pues genera "alegría, fraternidad, coraje" y es una oportunidad para descubrir "nuevos valores" y para despertar "esperanzas de un nuevo mundo".