El Papa ha denunciado en el barrio de la periferia de Nápoles de Scampia donde ha comenzado su visita apostólica a la ciudad italiana este sábado, que cerrar la puerta a los inmigrantes o no dar trabajo digno es "corrupción".
"Si le cerramos la puerta a los inmigrantes, si le quitamos el trabajo y la dignidad a la gente, *cómo se llama? Se llama corrupción", ha clamado el pontífice argentino.
Además ha tildado la corrupción como "una cosa sucia" que "huele mal....". Francisco ha observado que precisamente ese sucede en la realidad con la corrupción ante cientos de personas que le han aplaudido.
El Papa ha reflexionado sobre el trabajo como un elemento que concede la dignidad a las personas. "Tenemos que recuperar la lucha por la dignidad! De llevar el pan a casa! La falta de trabajo nos roba la dignidad!", ha exclamado.
El Papa ha explicado a los presentes que ha querido comenzar su visita desde la periferia. "Se ve que los napolitanos no son fríos", ha exclamado el Papa. La alegría es vuestro gran recurso, les ha asegurado.
Además, el Papa ha reflexionado sobre la esperanza como matrimonio y levadura del alma al tiempo que les ha indicado que tienen un gran desafío: "no dejar que el mal tenga la última palabra".
En sus palabras, el Papa ha recordado que los inmigrante no son ciudadanos de segunda categoría. "Todos somos inmigrantes, hijos de Dios" ha repetido varias veces en sus palabras improvisadas. En este sentido ha dicho que "nadie tiene casa fija" porque las personas están "de paso en este mundo".
En otro momento de su discurso, Francisco ha llamado la atención sobre el desempleo juvenil, "esto es grave". *Qué futuro tiene un joven que no tiene trabajo?", ha clamado con fuerza.
Así ha señalado que el paro no es solamente un problema que atañe a la ciudad de Nápoles, sino de todo el mundo. Ha vuelto a denunciar "un sistema que descarta a la gente"
Por ello ha dicho que aunque existan organizaciones como Cáritas, y otros centros de asistencia, "el problema no es solamente comer, sino el no tener la posibilidad de llevar el pan a casa, de no ganarlo, y cuando se pierde esto ese pierde la dignidad". "Tenemos que defender nuestra vida de ciudadanos y de hombres y no tenemos que quedarnos callados", ha exclamado.
El papa también ha denunciado la explotación laboral. El papa ha contado el caso concreto de una joven que fue a una empresa turística para buscar trabajo y que por 11 horas de trabajo le daban 600 euros al mes sin aportes para la pensión. "Esto es esclavitud, no es cristiano", ha dicho el Papa finalmente.