El número de personas que mueren al año en España no para de crecer y ya alcanza cifras históricas que rompen cualquier registro desde 1941, primer año del que hay datos oficiales, e incluso supera al causado por acontecimientos como la Guerra Civil o la epidemia de gripe de principios del siglo XX.
Así, en 2015 fallecieron 422.276 personas, la cifra más alta desde 1941, y que supuso un aumento del 6,7 por ciento respecto al año anterior, un alza porcentual que no se producía desde los años 70 y que alerta, un día como hoy cuando se celebra el Día de los Difuntos, sobre el problema demográfico que se cierne sobre España.
Un número mayor, incluso, al producido por alguno de los graves hechos históricos que tuvieron lugar antes de 1941, como la Guerra Civil que asoló España de 1936 a 1939, y que según los últimos estudios, causó la muerte a cerca de 500.000 personas en los tres años, o epidemias como la de la gripe (principios del siglo XX), que se llevó por delante unas 300.000 vidas. Aún teniendo en cuenta que, por entonces, la población española era más reducida, 24 millones en 1936, y unos 20 millones a principios del siglo XX, el porcentaje de muertos sobre la población ha sido superior en 2015.
Y si los cálculos del Instituto Nacional de Estadística (INE) se cumplen, a medida que pasen los años la merma de la población española sólo empeorará debido a la reducción que año a año se produce en los nacimientos, y al regreso a sus países de origen de los inmigrantes, como consecuencia de la crisis económica.
En tan sólo cincuenta años España se convertirá en un país de viejos solitarios, con 5,4 millones menos de habitantes, donde uno de cada tres tendrá más de 65 años, y nacerán menos de 300.000 niños. A fecha de hoy, en España hay 46,43 millones de habitantes, cifra que se reducirá en medio millón en quince años (2031) y en 5,4 millones en cincuenta (2066), cuando seremos 41 millones.
Ahora el porcentaje de mayores de 65 años es del 18,7 %, pero se elevará al 25,6 % en 2031 y al 34,6 % en 2066, algo que, inevitablemente, hará que las defunciones también vayan en aumento. De forma que las 422.276 muertes que se producen ahora, pasarán a 448.880 en quince años y a 595.979 en cincuenta.
Es decir, que el continuo envejecimiento de la población hará que entre 2016 y 2030 fallezcan 6,5 millones de personas, un 12,7 % más que entre 2001 y 2015.
Ante el descenso de la natalidad y el envejecimiento poblacional, en España habrá más defunciones que nacimientos durante los cincuenta próximos años, un panorama nada alentador. El saldo vegetativo que calcula el INE, (muertes menos nacimientos) será negativo en 8,5 millones para los próximos cincuenta años. Y en cuanto a las preferencias de quienes se van, cada vez son más los españoles que optan por la cremación, y piden que sus cenizas sean esparcidas o conservadas en algún lugar significativo, algo que ha prohibido recientemente la Iglesia católica, que sigue prefiriendo la sepultura tradicional de los cuerpos.
Las estadísticas lo dejan claro. El hecho de la incineración en nuestra tradición y cultura es relativamente nuevo porque en España se incinera desde los años 70. Pero la tendencia suma adeptos y, en la actualidad, de las más de 422.000 personas que mueren, el 36 % (algo mas de 150.000) son incineradas, según datos de la asociación que representa al sector funerario (Panasef).
En diez años ha crecido veinte puntos, es decir la tendencia es al alza, y en unos años calculan que el porcentaje será de entre el 50 % y el 60 % de las defunciones.