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Nos encontramos en la recta final del verano, es septiembre pero sigue haciendo calor, y con el calor sudamos mucho más. Lo normal en esta época del año es tener una buena higiene sobre todo si sabemos que nos vamos de viaje y que vamos a pasar unas cuantas horas metidos en un avión, en un espacio reducido y acompañados por un desconocido.

El estrés por el viaje, las espera, facturar… estamos deseando subir al avión, sentarnos en nuestro sitio y descansar. Un momento que suena totalmente apetecible después del día que llevamos… hasta que llega nuestro compañero de viaje y se sienta. A los dos minutos nos llega un olor horrible. Ese desconocido o desconocida que se ha sentado a nuestro lado huele mal. ¿Nos tapamos la nariz disimuladamente? O mejor, me pongo la chaqueta por encima y que me tape hasta las cejas para no oler…

Seguro que esta situación nos ha pasado alguna vez. Según ha podido comprobar el buscador de vuelos y hoteles www.jetcost.es dos de cada tres españoles han tenido un compañero de viaje que olía mal. Pasajeros que van de fiesta, que han bebido demasiado, sus ronquidos o los niños que lloran son otras de las conductas que nos molestan de las personas que se sientan a nuestro lado en un avión.

¿Lo malo? Que como sea un vuelo largo… ¡nos tenemos que aguantar! Ni si quiera tratamos de cambiarnos de sitio. El equipo de Jetcost ha realizado la encuesta como parte de un estudio acerca de los compañeros de avión en los viajes europeos. El estudio fue realizado a 3.000 personas (500 de cada nacionalidad: británica, española, italiana, alemana, portuguesa y francesa), mayores de 18 años, y que al menos hubieran volado en el extranjero al menos una vez en los últimos doce meses.

Lo primero que se les preguntaba es que dijeran que es lo que más les molestaba de su compañero de vuelo y estos fueron los resultados:

1. El mal olor corporal (68% ), 2.Demasiado consumo de alcohol (65%), 3.Compañeros que estaban de fiesta (57%), 4.Hablan muy alto (50%), 5.Ocupaban gran parte de mi espacio (48%), 6.Excesiva sudoración (40%), 7.Sus hijos no paraban de llorar (38%), 8.Nuestro compañero no paraba de moverse (37%), 9.Discutían todo el rato con la tripulación de la cabina (35%), 10.Muestras públicas de afecto (26%).

Si nos encontramos con un compañero de viaje que nos molesta, la solución más rápida y cómoda es cambiarnos de asiento. La encuesta demostró que solo uno de cada cinco había tratado de hacer, y de estos, muy pocos lo conseguían.

Y es que, aunque no le demos importancia, cuando llega el día en que nos toca volar nos preocupamos por nuestro compañero de viaje, gracias a él o ella podemos pasar unas muy buenas horas de vuelo o que tengamos un viaje interminable.