Echemos la vista atrás. Hasta los primeros meses de la pandemia de la Covid. Cuando las mascarillas eran casi un bien de lujo, aún más si eran de alta protección. No había para todos y algunos decidieron fabricarlas en sus casas con materiales que no filtraban nada o casi nada.
Luego comenzaron las importaciones de China. Se llenaron los almacenes aunque hubo que limitar el precio desorbitado que llegaron a costar. Las administraciones repartieron incluso las FFP-2 entre la población de manera esporádica.
Las mascarillas fueron, lo son todavía, uno de los elementos que recuerdan el miedo al contagio y los estragos de la pandemia de SARS-CoV-2.
Ahora el que más y el que menos acumula en su casa un buen número de mascarillas sin usar, en previsión de que sea necesario o no usarlas en centros sanitarios o por prudencia, ante síntomas de una enfermedad respiratoria.
Habrá que fijarse en la fecha de caducidad de estos tapabocas, porque no son eternos. Los materiales con los que están fabricados se degradan aún estando en su envase original y preservados de la luz y el calor. Pero si están fuera de fecha no son efectivas en el grado que aplique el fabricante.
Para deshacerse de estas mascarillas lo indicado es depositarlas en el contenedor de fracción resto, o sea el gris. Dicho de otro modo, las tiramos al cubo que tengamos en casa asignado a lo que no es orgánico, ni envases, ni papel, ni vidrio. Si crees que da igual donde tirarlas, piensa que una mascarilla tarda unos 300 años en descomponerse si acaba en el campo.
En Alemania han decidido destruir 755 millones de mascarillas adquiridas a principios de la pandemia, en 2020, y que ahora han caducado. Es una información del diario "Die Welt".
Se trata de 660 millones de mascarillas quirúrgicas certificadas y 95 millones de mascarillas de tipo FFP2, que han superado su fecha de caducidad y que por esa razón serán quemadas, de acuerdo con dicha fuente.
Hasta ahora en Alemania la administración central había eliminado por este procedimiento aproximadamente tres millones de mascarillas, mientras que varias regiones federales afirman haber destruido o que destruirán próximamente un total de 57,38 millones.
De acuerdo con los documentos de licitación que han sido publicados por el Ministerio de Sanidad, está previsto que el coste de la contrata sea aproximadamente siete millones de euros y que el proceso se realice a lo largo de un periodo de dos años.
Según el diario "Die Welt" es posible que la cantidad de mascarillas que se pretende destruir a medio plazo sea incluso muy superior, más de 30 veces las 755 previstas ahora.