Los suelos helados de La Antártida tardan ahora más en fundirse al inicio del verano, pese al aumento de la temperatura por el cambio climático, según han recogido en un estudio investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).
El coordinador del proyecto, Miguel Ángel de Pablo, relaciona el aumento de la superficie congelada en el continente con un mayor número de precipitaciones de nieve y la disminución de la radiación solar.
Ambos fenómenos, según sostienen los investigadores, son un efecto del calentamiento global, que conduce a una evaporación del agua del mar en mayor cantidad y, con ello, al aumento de la nubosidad en la zona, según los investigadores.
El estudio del impacto del cambio climático en los suelos congelados, también llamados 'permafrost', acumula ya varias décadas de observación en las islas Livingston y Decepción de la Antártida, donde el grupo de investigación de la UAH tiene su base.
"Hace pocos años, cuando íbamos a la campaña, nuestras zonas de estudio estaban libres de hielo, y algunas de las estaciones, a día de hoy, están enterradas bajo más de tres metros de nieve cuando llegamos", sostiene De Pablo.
La investigación, enmarcada en un proyecto financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad denominado 'Permasnow', se extenderá próximamente a la isla de James Ross, con mediciones específicas del espesor de los suelos.
En la zona trabajarán científicos de República Checa, asociados al proyecto junto al equipo de las universidades de Alcalá y Oviedo, así como un cuarto de la Universidad de Lisboa.
En la nueva campaña científica, que arrancará el próximo diciembre, se medirá con nuevo instrumental propiedades de la nieve como el espesor, la temperatura, el peso, la densidad o el contenido en agua.