El papa Francisco resaltó hoy la importancia que tienen los abuelos en las vidas de las familias, "para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad".
El pontífice hizo estas manifestaciones ante varias decenas de miles de personas que se reunieron ante el palacio arzobispal de Río de Janeiro, donde el papa rezó el ángelus, tras haberse reunido antes brevemente con cinco jóvenes que cumplen prisión.
El papa Bergoglio recordó que hoy la Iglesia festeja a San Joaquín y Santa Ana, los padres de María y abuelos de Jesús y subrayó que los dos santos forman parte de "esa larga cadena que ha transmitido el amor de Dios, en el calor de la familia".
EL DINERO "EMPACHA" PERO NO DA LA FELICIDAD
Un millón de jóvenes, según el Vaticano, de 190 países dieron la bienvenida al papa a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en una festiva ceremonia en la playa de Copacabana de Río de Janeiro, durante la cual Francisco pidió a los muchachos que pongan a Cristo en sus vidas.
El papa también les puso en guardia ante la tentación de ponerse en el centro y de creer que solos construyen sus vidas y que el tener, el dinero y el poder es lo que da la felicidad. "Pero no es así. El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. ¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado!".
Francisco insistió: "Pon a Cristo en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre, pon a Cristo y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro, pon a Cristo y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda". El papa Bergoglio también les aseguró que pongan fe y sus vidas tendrán un sabor nuevo.
En esa línea señaló que la fe lleva a cabo en la vida de los hombres una revolución "copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios". "La fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza.
Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia. En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios", precisó.
PEDIR PERDÓN A DIOS
El Obispo de Roma también les exhortó a no tener miedo a pedir perdón a Dios. "El no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia!".
En un ambiente festivo y desafiando la lluvia que en los últimos días no deja de caer sobre Río de Janeiro, los jóvenes acogieron al papa como a una estrella del pop, entre cánticos, vivas y con miles de banderas de sus países de origen.
"Esta es la juventud del Papa" fue uno de los lemas más entonados por los muchachos.
El papa Bergoglio llegó al encuentro en el papamóvil, en el que recorrió todo el paseo marítimo de Copacabana, de cuatro kilómetros de largo, hasta el lugar donde estaba levantado el palco, en un costado de la playa.
Miles de jóvenes le acompañaron en el trayecto, creando una sugestiva imagen de procesión.
Francisco sonriente y feliz, besó a niños, saludó a jóvenes y no dudó en quitarse el solideo y cambiarlo por otro que le entregó un joven sacerdote. El Obispo de Roma señaló que la JMJ vuelve por segunda vez a América Latina, tras el encuentro de Buenos Aires de 1978, y recordó que esta cita de Río de Janeiro la convocó Benedicto XVI, al que envió un saludo en medio de un fuerte aplauso y los gritos de "Benedicto, Benedicto".
BENEDICTO XVI
El papa contó que antes de venir a Río se reunió con Benedicto XVI y le pidió que le acompañara con la oración. El papa emérito se lo garantizó y le dijo que seguiría la JMJ por televisión.
"Así que ahora nos está viendo", afirmó. Le dio la bienvenida el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Joao Tempesta, que resaltó que después de 26 años la JMJ vuelve a America Latina, después de que en 1978 se celebrara en Buenos Aires. El prelado subrayó que la presencia de Francisco fortalece a los jóvenes, muchos de ellos entristecidos "en un mundo de consumismo, egoísmo, desigualdades y falsas alegrías".
Durante la ceremonia un grupo de 150 jóvenes presentaron una representación de la fe del pueblo brasileño, titulada "Río de fe" y después cinco jóvenes, uno por cada continente dieron la bienvenida al papa. En el acto se dio espacio a la patrona de Brasil, Nuestra Señora de Aparecida, y una imagen de la virgen negra fue entregada al papa.
Las banderas de todos los países de donde proceden los asistentes fueron llevadas al palco, donde se celebrará también la vigilia del próximo sábado y la misa del domingo con la que concluirá la JMJ.
Los dos actos iban a celebrarse en Guaratiba, a 45 kilómetros de Río de Janeiro, una explanada bautizada con el nombre de "Campus Fidei" con capacidad para más de dos millones de personas, pero las intensas lluvias de estos días han dejado el terreno impracticable.
REUNIÓN CON PRESOS
Francisco mantuvo un breve encuentro con cinco jóvenes presos en el Palacio Arzobispal de Río de Janeiro, desde cuyo balcón después rezó el ángelus.
El encuentro se celebró en una sala de la planta baja, ante la presencia de educadores de detenidos.
Debido a que se trató de un acto muy reservado, no se informó de más, sólo del encuentro.
Franciso llegó al Palacio Arzobispal, donde fue recibido por el arzobispo Orani Joao Tempesta, procedente del parque Quinta da Boa Vista, donde, como un sacerdote más, confesó a cinco jóvenes, tres muchachos y dos muchachas.
Los jóvenes fueron tres brasileños, un venezolano y una italiana, que dijeron haber sentido "una gran emoción" por ese privilegio y subrayaron que la sencillez y la franqueza del papa facilitaron la confesión.