Empieza a conocerse como la milla de la creatividad madrileña. Jóvenes diseñadores que en plena crisis se buscan la vida y abren negocios en Malasaña.
En algunos casos, incluso, en locales centenarios hasta ahora cerrados.
No es fácil, requiere mucho esfuerzo y muchos sinsabores, pero, algunos, lo van a ver, han cumplido su sueño y, lo más importante, empiezan a generar empleo.