Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto una "supertierra" en la zona habitable de la débil estrella LHS 1140, que podría convertirse en el "mejor candidato a albergar señales de vida fuera del Sistema Solar".
Los resultados del trabajo, que serán publicados mañana, jueves, en la revista Nature , revelan que es un poco más grande y más masivo que la Tierra y apuntan a que probablemente haya conservado la mayor parte de su atmósfera.
El hallazgo ha sido posible gracias a las observaciones realizadas con telescopios del Observatorio Europeo Austral, de la NASA y de otras agencias y universidades.
Denominada LHS 1140b, la supertierra recién descubierta orbita en la zona habitable de una débil estrella enana roja llamada LHS 1140, en la constelación de Cetus.
Las enanas rojas son mucho más pequeñas y más frías que el Sol y, aunque LHS 1140b está diez veces más cerca de su estrella que la Tierra, sólo recibe alrededor de la mitad de luz. Desde la Tierra, la órbita se ve casi de canto y, cuando el exoplaneta pasa delante de su estrella, bloquea un poco de su luz cada 25 días.
GRANDES EXPECTATIVAS
Jason Dittmann, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian de Cambridge (EE.UU) y autor principal del estudio, afirma que "se trata del exoplaneta más interesante de la última década". "Es el objetivo perfecto para llevar a cabo una de las misiones más grandes de la ciencia: buscar evidencias de vida más allá de la Tierra".
Además, las condiciones actuales de la enana roja resultan particularmente favorables, ya que LHS 1140 gira más lentamente y emite menos radiación de alta energía que otras estrellas de baja masa similares.
Explica que para que se de la vida tal y como la conocemos, un planeta debe tener agua líquida en su superficie y retener una atmósfera. En este caso, el gran tamaño del planeta implica que, hace millones de años, podría haber existido un océano de magma en su superficie. Este océano hirviente de lava habría proporcionado vapor a la atmósfera mucho después de que la estrella se hubiese calmado, alcanzando su brillo actual y constante, reponiendo así el agua que podría haberse perdido por la acción de la estrella en su fase más activa.
Las observaciones que se llevarán a cabo próximamente con el Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA permitirán determinar exactamente cuánta radiación de alta energía cae sobre LHS 1140b y delimitar así su capacidad para albergar vida.