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La sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, con sede en Santiago, ha condenado a 18 años de prisión a cada uno de los padres de Asunta por el asesinato de la niña, teniendo en cuenta además la agravante de parentesco, ha señalado el Tribunal Superior de Justicia de Galicia. De conformidad con el veredicto del jurado, la sentencia, que se ha divulgado a la prensa, considera probado que los acusados, de común acuerdo, suministraron repetidamente a su hija, desde al menos tres meses antes del fallecimiento, un medicamento que contenía Lorazepam.

Según la resolución, el padre de la víctima, Alfonso Basterra, retiró en al menos tres ocasiones, entre julio y septiembre de 2013, este fármaco de la misma farmacia.

Los miembros del Tribunal del Jurado consideraron probado, y así se recoge en la sentencia, que los acusados decidieron acabar con la vida de su única hija y para ello le suministraron en la comida una cantidad de medicamento que contenía Lorazepam para posteriormente, cuando hiciera efecto, asfixiarla.

LA ASFIXIARON ATADA

Indica el fallo que en un momento comprendido entre las 18:33 y las 20:00 horas del 21 de septiembre de 2013, en la casa de Montouto los padres asfixiaron a su hija por medio de la compresión que le aplicaron sobre la boca y la nariz y en un momento próximo a la muerte de la menor, la ataron por los brazos y los tobillos por medio de unas cuerdas plásticas de color naranja.

La menor no pudo defenderse de modo efectivo porque estaba bajo los efectos del medicamento que con ese fin se le había suministrado, lo que provoca, reza la sentencia, que se entienda que existió alevosía y se tipifiquen los hechos como asesinato.

Sobre los episodios de sedación relatados por los profesores de música de la víctima, recuerda el magistrado presidente del jurado, Jorge Cid Carballo, que la única respuesta que han dado los acusados en el juicio es que ni siquiera se acuerdan del incidente, "lo cual resulta ciertamente poco creíble y poco coherente con la versión que se ha tratado de ofrecer de unos padres responsables y preocupados por el bienestar de su hija".

Subraya la sentencia que, "al contrario, estos hechos lo que ponen de manifiesto es que fueron los acusados quienes, de común acuerdo, suministraron a su hija el Lorazepam y que ambos eran conscientes de los efectos que el mismo producía a la menor".

Destaca también el magistrado que "el hecho de que desde tres meses antes del fallecimiento y hasta el mismo día de su muerte la menor haya estado consumiendo de forma repetitiva y continuada Lorazepam, llegando a un elevado nivel de toxicidad el día de su muerte, descarta la hipótesis planteada por las defensas acerca de que el hecho delictivo fue cometido por un tercero".

"Es ilógico -concluye- que un tercero durante meses haya estado drogando a la menor a la vista, ciencia y paciencia de sus padres, sin que éstos hubiesen hecho nada, o que, casualmente, no hubiese tenido contacto con ella hasta el día 21 y ese día le hubiese suministrado la misma sustancia con la que estaba siendo intoxicada durante los meses anteriores y todo ello después de las siete de la tarde, ya que hasta esa hora estuvo Asunta en compañía de sus padres. Realmente, dichas hipótesis son increíbles".

El jurado popular había coincidido el pasado 30 de octubre, por unanimidad, en que la abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra eran culpables de la muerte violenta de su hija adoptiva Asunta, la cual fue encontrada sin vida en una pista forestal coruñesa en la madrugada del 22 de septiembre de 2013.

El dictamen se basó entonces en que los dos acusados mataron a la pequeña de 12 años dando cumplimiento a un plan "concordado" entre ambos.

Los cinco hombres y cuatro mujeres que integraron este órgano del jurado popular coincidieron en que la víctima no tuvo posibilidad alguna de defenderse.

También en que no encontraron "hechos no probados" y en mostrarse, asimismo, no favorables al indulto y tampoco a la suspensión de la pena.

Rosario Porto y Alfonso Basterra fueron encarcelados en el penal coruñés de Teixeiro prácticamente desde el inicio propio de la investigación, muy pocos días después del trágico fallecimiento.

Ambos, durante su declaración en esta vista oral, se esforzaron en transmitir que ellos no habían tenido nada que ver con el desenlace de esta menor, que era lo que más querían, y en decir que no sabían quién le pudo administrar Lorazepam, un ansiolítico que la autopsia reveló como existente, en altas dosis, en el cuerpo inerte de la niña.