Cerca de un millón de personas fallecen en el mundo cada año por culpa de la hepatitis, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien pone el acento en el desconocimiento que existe de esta enfermedad, que hace que muchas personas no sean diagnosticadas ni tratadas a tiempo, con motivo del Día Mundial de esta enfermedad, que tiene lugar este sábado.
'Están más cerca de lo que crees' es el tema del Día Mundial que, establecido por la OMS, tiene por objetivo fomentar la concienciación sobre las hepatitis virales y las enfermedades que causan. Pretende que así se mejore su prevención, cribado y control. Además de ampliar la cobertura de vacunación contra la hepatitis B e impulsar su integración en los programas nacionales de inmunización.
Los virus A, B, C, D y E de la hepatitis causan infecciones agudas y crónicas e inflamación del hígado, que pueden desembocar en cirrosis y cáncer hepático. En concreto, existen aproximadamente 240 millones de personas con infección crónica por hepatitis B y unos 150 millones, por el virus de la hepatitis C.
Concretamente, la hepatitis A, de la que cada año se registran aproximadamente 1,4 millones de casos en todo el mundo, es una virosis hepática que puede causar morbilidad moderada a grave. Su trasmisión responde a la ingestión de alimentos o bebidas contaminados o por contacto directo con una persona infectada por el virus.
Esta enfermedad se asocia a falta de agua salubre y a un saneamiento deficiente. Por ello, las mejoras del saneamiento y la vacuna contra la hepatitis A son las medidas más eficaces para combatirla, señala la Organización.
Por su parte, la hepatitis B es una infección vírica del hígado que puede dar lugar tanto a un cuadro agudo como a una enfermedad crónica. El virus, del que fallecen 600.000 personas cada año, se transmite por contacto con la sangre u otros líquidos corporales de una persona infectada. Su prevención pasa por suministrar su vacuna.
Por último, la hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus, que puede ir desde un padecimiento leve que dura unas cuantas semanas hasta una afección grave y permanente que puede desembocar en cirrosis o cáncer del hígado.
En este caso, su trasmisión se produce por el contacto con la sangre de una persona infectada y su tratamiento pasa por administrar antivíricos. A pesar de que, en la actualidad, no se cuenta con una vacuna, las investigaciones con este fin siguen su curso. Esta enfermedad afecta solamente en España a entre 480.000 y 760.000 personas.