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Con la crisis ha aumentado el robo de gasolina de los depósitos de coches. Consiste en aspirar el combustible a través de un tubo y en veinte minutos se vacia medio tanque de gasolina.

Una práctica que además de picaresca puede resultar peligrosa si cae gasolina en el suelo, pues corre el riesgo de que se prenda con una colilla mal apagada.

"El coche estaba aparcado en la calle y cuando llegué estaba la tapa doblada", asegura una de las víctimas de los robos.

La venta de tapones de depósitos se ha disparado, según confirman en los concesionarios. Y no son baratos, pueden llegar a costar hasta 200 euros.

Los automóviles de más de diez años son los preferidos por los cacos, puesto que los más modernos incorporan dispositivos que impiden el paso de los tubos.