La radiotelevisión pública griega ERT ha dejado de existir, si bien centenares de los 2.656 trabajadores que forman la plantilla siguen manteniendo ocupada su sede en Atenas.
El ministerio de Finanzas anunció poco antes de la medianoche que a partir de ese momento ERT dejaba de existir, la sede debía ser desalojada y la programación suspendida "hasta la aprobación de una ley que establezca la creación de una nueva cadena pública".
Las señales empezaron a caer una a una poco antes de la medianoche, mientras los trabajadores de ERT emitían información continua en directo. La plantilla había decidido autogestionarse y luchar contra un cierre anunciado inesperadamente unas horas antes por el portavoz de Gobierno, Simos Kedikoglu.
Millares de personas se congregaron ante la sede del ente para protestar contra esta medida, muchas de las cuales aguantaron hasta entrada la madrugada. Mientras, ERT sigue por el momento retransmitiendo por su canal digital.
UN JARRO DE AGUA FRÍA
El anuncio del cierre cayó como un jarro de agua fría no solo en el mundo del periodismo, sino también entre los intelectuales, deportistas, la Iglesia y la diáspora, para la que con frecuencia el canal internacional de la televisión pública es el único nexo con su país de origen.
Al anunciar la desaparición de ERT, Kedikoglu señaló que en lugar del actual ente se creará "cuanto antes" otra empresa pública "moderna", más eficiente y con una plantilla "mucho más pequeña".
El portavoz dijo que con esta decisión, el Gobierno ponía punto final a un "despilfarro" de fondos públicos y demostraba su "voluntad política" de reformar el sistema de radiodifusión pública.
Entre los políticos nadie ha puesto en duda la necesidad de modernizar la radiotelevisión pública, ni siquiera el principal partido de la oposición, el izquierdista Syriza, pero la reacción de rechazo al cierre drástico ha sido unánime.
Incluso los dos socios de la coalición tripartita, socialdemócratas e izquierda moderada, cuyos ministros no firmaron el decreto, manifestaron su rechazo y anunciaron que votarán en contra en cuanto el texto sea sometido al Parlamento, lo que puede suponer una prueba de fuego para el Gobierno de Andonis Samarás.